Papeles de historia 11

 

Desde la Colegiata de santa María de Xàtiva

Aproximación a una historia

 

ARTURO CLIMENT BONAFÉ
A
BAD DE XÀTIVA

ÍNDICE

 

11. ALTAR MAYOR 
RETABLO PARA LA VIRGEN

 

 

La familia que surgió para hacerse cargo de los gastos del retablo del Altar Mayor fue doña María Victoria Albero y Aparici, viuda de don Joaquín Tárrega. Sus restos descansan a los pies de la Virgen de la Seo tal y como fue su voluntad.

Don Ventura Pascual tiene publicado un trabajo sobre este retablo escrito en 1919 que, aunque antiguo, refleja la realidad, la brillantez y hermosura de la colosal obra. De ese trabajo literario entresacaré los datos más significativos y de mayor interés para todos nosotros.

Este mismo escritor setabense recurre a Madoz en su Diccionario Geográfico. Al tratar de la Colegiata de Xàtiva, inserta una descripción preciosa del Altar Mayor. Claramente se ve que detrás de este estudioso está la mano, la sabiduría y el corazón de un setabense conocedor del patrimonio y de su importancia en la historia. Ventura Pascual lo copia así:

Grabado del Taquígrafo Martí

 

“En el presbiterio se halla erigido un retablo colosal de figura elíptica, quedándose la mano con la forma polígona, llega a confundirse con esta última, y los dos cascarones de su conclusión embelesan al que mira su disposición artística. Este magnífico tabernáculo, que todo es de jaspes, excepto sus adornos dorados, cascarón y las estatuas que lo decoran, se levanta en planta elíptica la cornisa y dos columnas más centrales, se ven colocadas las estatuas de san Miguel y dos jarrones de muy bella forma. sobre un zócalo de piedra negra de Callosa, vestidos de diferentes jaspes y de una moldura talón recto de mármol blanco de Carrara; sobrevienen las basas de un palmo y ocho dedos de elevación de piedra negra: en los pedestales más avanzados están colocadas las estatuas de san Joaquín y santa Ana, de figura un poco colosal, y encima de los otros las dos pilastras y 8 columnas de piedra de Buixcarró, que se halla a 2 horas de la ciudad en el término de Barcheta; majestuosas aquellas por su altura de 26 palmos valencianos, y por ser de una sola pieza con sus capiteles de orden corintio de poco más de 3 palmos, sosteniendo el entablamento de arquitrabe, friso y cornisa, todo de la altura de 7 palmos. Síguese luego el rebanco de 3 id. de elevación, cerrándose la obra por las cuatro columnas del centro y las dos pilastras: el diámetro de aquél es de 28 palmos y su radio de 17, coronándolo todo con un nubarrado del cual sale una grande tarja, en cuyo centro está colocado el Dulce Nombre de María, teniendo a su pie dos mancebos en actitud de adoración; y sobre la parte de san Gabriel, y en las dos de los extremos, dos jarrones de muy bella forma.

En el espacio que comprende el tabernáculo se encuentra la mesa del altar, el gran pedestal con sus correspondientes cornisas moldadas, ofreciéndose a la vista una lápida de piedra negra veteada de blanco y amarillo tostado, la cual está adornada con una greca cuadrada, y en su centro hay una tarja con su alegoría cuyo adorno es de cobre dorado y del difunto patriarca don Francisco Cebrián y Valda, detrás del que se halla el sagrario.

Encima del pedestal está el nicho, y en él la imagen de Nuestra Señora de la Seo, Patrona de la ciudad, teniendo aquél a sus pies las dos virtudes de la Humildad y de la Castidad, y terminando el nicho con un tímpano coronado con un grupo de niños.

El frontal de la mesa del altar es también pieza delicada, tiene sus repartimientos de pilastras, y entre ellas florones de mármol blanco de Carrara, en los cuales hay entallados de medio y bajo relieve pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, todo perfectamente combinado y trabajado con prolijidad y esmero.

El brillante dorado de todas las estatuas, el de los adornos entallados en el nicho, el de los capiteles llenos de gracia y hermosura, como copiados de los mejores modelos que existen en España, la profusión de los adornos que se advierten en el arquitrabe, friso y cornisa, constituyen un cuerpo elegante y hermosísimo.

La escultura de las imágenes de san Joaquín, santa Ana, san Miguel y san Gabriel, y de los dos mancebos es de don José Esteve; la de las dos virtudes y grupo de niños de don José Gil”.

Altar mayor de la Basílica Colegial

 

Continúa Ventura Pascual diciendo: conocidos son estos artistas valencianos y los autores de los planos y del grabado que magistralmente grabó Francisco de Paula Martí; pero no lo es tanto el insigne arquitecto setabense Fray Vicente Cuenca, bajo cuya acertada dirección se ejecutó la obra del Altar Mayor, ideada por don Ventura Rodríguez. Nació este inteligente lego franciscano el 26 de abril de 1767, ingresó en el convento de san Francisco de Xàtiva, el 9 de marzo de 1785, y profesó en el de Jesús, de Valencia, a los 17 años, el 29 de marzo de 1784, ocupándose ya entonces en las obras de la iglesia de este último convento, bajo la dirección de su arquitecto. Dos años después, a los 19 años trasladado a Xàtiva, hizo ya suelto y sin maestro la portada de la iglesia de san Francisco, de cantería. Ocupóse luego en las obras de varios conventos de la provincia valenciana de su Orden, especialmente en el de Jesús de Valencia, hasta que, en 1795, a instancias de sus compatriotas, fue trasladado a Xàtiva con objeto de dirigir las obras de la Colegiata en unión de su padre don Francisco. En Madrid en 1800 logra el título correspondiente de arquitecto de la real Academia de san Fernando, el primero de marzo de 1801. Muerto su padre en 1806, le sucedió en la dirección de las obras. Fue también arquitecto municipal hasta su muerte el 11 de mayo de 1845, a los 79 años de edad.

¿Quién era doña María Victoria Albero?

Hija de José Albero y de Teresa Aparici, linajes ambos de los más ilustres de Xàtiva. El de Albero se remonta a la Reconquista.

Movida por su devoción a María Santísima de la Seo, pensó en que a sus expensas se construyera el Retablo Mayor de la Colegiata. Hubo muchos problemas; pero tanto el Cabildo Colegial como la buena voluntad de doña María Victoria, los superaron, incluso intervino el Arzobispo. Todos los artistas que intervenían en esta hermosa obra hablaron con doña María Victoria sobre el coste del trabajo, las dificultades y sobre todo la belleza que se quería se reflejara en la obra: todo en honor de la Mare de Déu de la Seu.

María Victoria Albero muere sin ver su obra terminada el 24 de enero de 1780. En ese momento vio únicamente las columnas labradas, las basas, las pilastras y las cuatro grandes estatuas que ella cobijaba en el salón de su casa. En su testamento decreta la finalización de esta obra, que quedó concluida para la fiesta de la Virgen del año 1808, ese día se celebró la primera misa sobre el nuevo y bello altar. En el año 2008 se cumplirán doscientos años. ¡Lo celebraremos!

Detalle: Ángel en adoración

 

Como ya dije al principio, por acuerdo del Cabildo, tomado el mismo día de la muerte de doña María Victoria, su cuerpo descansa en el presbiterio junto a la Virgen a la que ella tanto amó.

Para todos nosotros es un orgullo y motivo de inmensa alegría tener un retablo tan lleno de luz, hermosura y elegancia. Hoy le tributamos a doña María Victoria Albero el homenaje que merece la obra costeada con sus fondos patrimoniales y fruto de su amor hacia la mare de Déu de la Seu.

A lo largo de los años se han hecho varios estudios artísticos del retablo todos ellos preciosos, pero sin añadir apenas nada a lo realizado por Ventura Pascual. De todas formas cuando hable del arte en la Colegiata volveré a insistir en este colosal retablo del Altar mayor. 

Durante la Persecución Religiosa que sufrió la Iglesia en España desde 1931 hasta 1936, la Seu sufrió martirios, primero de personas, dos de ellas ya están beatificadas y también martirio de cosas. Dos grandes hogueras devoraron arte e historia en el interior de la Colegiata y los robos y saqueos, pues todo, como veremos en su día, no fue quemado. También el retablo sufrió el martirio. Algunas imágenes del escultor José Esteve fueron destruidas y quemadas. Después de la Persecución Religiosa fueron esculpidas de nuevo. Lo veremos en su momento.

A pesar de todo esto el retablo continúa siendo una maravilla que merece nuestra admiración y gratitud hacia aquellos que lo hicieron realidad.

 

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