Papeles de historia 20

 

Desde la Colegiata de santa María de Xàtiva

Aproximación a una historia

 

ARTURO CLIMENT BONAFÉ
A
BAD DE XÀTIVA

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20. RETABLO DE LOS MARTÍ

 

Pasamos a contemplar este hermoso retablo colocado en la capilla primera entrando a la derecha, junto al baptisterio.

En el guardapolvo de este retablo del siglo XV figura un escudo que corresponde a la familia de los Martí Crespí.

Es, según Mariano González, una obra poco conocida, a la que Tormo no prestó atención y que sin embargo sirvió para definir e identificar la personalidad artística del Maestro de Xàtiva. En el retablo de los Martí hallamos los característicos rostros ovales femeninos enmarcados por largas cabelleras rizadas y esa extrema delicadeza que son propios del Mestre de Xàtiva.

Nos colocamos frente al retablo y nos dejamos invadir por su arte, su dulzura y encanto, también por su mensaje religioso, que es grande y hermoso.

Cinco tablas componen la parte más importante del retablo: desde bajo por la izquierda, el abrazo entre san Joaquín y santa Ana, Anunciación, Calvario, Nacimiento y Visitación.

El abrazo de san Joaquín y santa Ana.

Nada dice la sagrada escritura acerca de este abrazo. Hay que recurrir a los evangelios apócrifos. Allí se nos dice que un ángel anunció a la vez a san Joaquín, sacerdote del Templo, la concepción de su esposa y a su esposa, Ana también. Los dos salen gozosos y se encuentran ante la puerta dorada de las Murallas de Jerusalén y se dan un abrazo. En la tabla vemos cómo el mismo ángel les acompaña y les une.


La Anunciación.

San Lucas, en su Evangelio, nos cuenta este pasaje precioso lleno de luz y de candor. El ángel Gabriel anuncia a la Virgen María que Dios la ha elegido para ser la madre del verbo encarnado. El Mestre de Xàtiva sabe plasmar el misterio en esta tabla llena de luz y de encanto. La Virgen acepta: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra.

Por bajo a la derecha contemplamos la Visitación.

Dos mujeres se abrazan, conectan, se piropean. Bendita tú entre todas las mujeres, bendito es el fruto de tu vientre.

Dichosa tú que has creído. Y María canta el Magníficat dando gloria a Dios por las maravillas que hace a favor del hombre.

Fijémonos en la elegancia de las dos mujeres, con qué sensibilidad se entrecruzan los brazos; los mantos dorados y brillantes de ambas dan solemnidad al acto. El pequeño Juan da un salto en las entrañas de Isabel.

Le sigue la tabla del Nacimiento de Jesús en Belén. El gran misterio de Dios revelado en el Niño Jesús de Belén.

San José y la Virgen son sus primeros adoradores. Ante el misterio no caben indagaciones. María contempla con dulzura al Niño, san José con asombro, cruza sus manos sobre el pecho e inclina la cabeza. Al Mestre de Xàtiva no le falta detalle, la mula y el buey, la ciudad a lo lejos y el Niño resplandeciente.

El retablo culmina con la tabla grande del Calvario. Son muchísimos los retablos que son coronados por el Calvario.

Cristo clavado en la cruz; la Virgen Dolorosa y el Apóstol Juan. El misterio de la Redención del género humano. La Dolorosa llora al pie de la Cruz, ella sabe lo que significa el dolor y el sufrimiento y lo acepta con todas sus consecuencias: la espada invisible profetizada por Simeón.

Juan, el Apóstol más joven de los Doce, no se apartó de Cristo en los momentos difíciles: está donde debe estar.

Falta la pieza del centro. Se dice que hubo una tabla con la figura del Ecce Homo, de ahí que el retablo se llamara del Ecce Homo; pero como no era del retablo, se quitó hace muchos años. El hueco era anterior. ¿Habría alguna imagen? Podría ser, pues serraron parte del retablo haciendo más grande el hueco. Lo cierto es que después de la restauración, se ha creído conveniente dejar tal y como lo vemos ahora.
 


Sigamos ahora por la polseda.

Comenzando por la izquierda. Santa María Magdalena. Ella está muy unida al misterio de Cristo; mujer llena del amor de Dios, estuvo al pie de la Cruz; lleva en sus manos la corona de espinas. A ella se le apareció Jesús recién salido del sepulcro el día de Pascua.

Sigue un santo obispo. Se le dan varios nombres: San Amado, también podría ser san Alberto Magno. San Onofre, el anacoreta. San Juan Bautista, el hombre más grande nacido de mujer, precursor del salvador. El padre Eterno y el Espíritu Santo están colocados en el centro de la polseda como una corona que bordea el retablo. Su semblante es dulce y rezuma bondad, lleno de colorido, en actitud de bendecir. Es el Padre providente que rige la Humanidad, la bendice, la cuida y la ama.

El arcángel san Miguel, ¡Quién como Dios!, el ángel que nos defiende del demonio, guardián de la puerta del cielo.

San Antonio Abad, el Grande. Fundador del monacato, vencedor del demonio, lleno de Cristo y de su amor, nos dejó un poso de santidad y de ánimo para seguir a Jesús en la soledad y en la oración. San Gil, otro abad cisterciense del siglo XII. Y finalmente santa Úrsula, virgen y mártir de Colonia con otras once vírgenes en el siglo IV.

Estos santos deberían ser protectores de la familia Sanz o reflejaban las grandes devociones de la ciudad en el siglo XV.

Nos queda la predela que de izquierda a derecha sigue así.

Juan es Patricio de Roma, y sueña como la Virgen María se le aparece y pide una basílica en el lugar donde el día 5 de agosto amanecerá con nieve en Roma. Al mismo tiempo el Papa Liberio tendrá el mismo sueño.

La tabla siguiente presenta la resurrección del Señor. La muerte no es el final de Cristo: ¡Ha resucitado, Aleluya! Y se aparece a sus Apóstoles, a la Virgen, su madre y a María magdalena, entre otros muchos.

La siguiente nos muestra a la Virgen Santísima entre los Apóstoles. San Lucas nos dice que éstos se reunían en el cenáculo con maría la Madre de Jesús. Ella es el vivo retrato de Cristo y los Apóstoles perseveraban unidos en oración junto con la Virgen María, Reina de los Apóstoles.

La tabla que sigue representa el gran acontecimiento de Pentecostés. De manera prodigiosa, el Espíritu Santo desciende del cielo sobre los Apóstoles: son confirmados en la fe e inflamados por el Espíritu de Dios saldrán a predicar el Evangelio, ya nada les podrá detener.
 


La Dormición de María representa la tabla que sigue.

María, terminado el curso de su vida mortal, fue asunta al cielo en cuerpo y alma. Ese es el misterio y el milagro. María no conoció la corrupción del sepulcro. Según los evangelios apócrifos, los Apóstoles acuden a Jerusalén para ser testigos de tal acontecimiento. Pero preside, los demás le acompañan.

Y la última tabla hace referencia a la primera. El Papa Liberio bajo palio y el tribuno Juan han encontrado nieve en pleno agosto en el monte Esquilino de Roma y allí levantarán la mayor basílica dedicada a la Virgen Madre de Dios. El origen de la Virgen de las Nieves está en ese hecho milagroso. Sobre ese monte se encuentra hoy la basílica de santa María la Mayor.

Este retablo se restauró hace unos pocos años y hemos querido colocarlo en este lugar para que pueda ser venerado y contemplado por todos.

 

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