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El retablo mayor de san Félix de Xàtiva: Reflexiones sobre su autoría y sus relaciones con la pintura valenciana de 1500 |
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Ximo Company Climent – Lorenzo Hernández Guardiola
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Oportuna y bienvenida nos ha parecido la acción que desde la Direcció General de Patrimoni Artístic Valencià se ha encaminado a la recuperación del singular Retablo Mayor de Sant Feliu de Xàtiva. Y lo consideramos así por diversas razones, todas de orden Artístico, estilístico y por supuesto patrimonial, como se expone a continuación.
1.- INTRODUCCIÓN
La acción, por ejemplo, del equipo de restauración ha sido fundamental por todo lo que significa de recuperatio de un grandioso retablo valenciano que ahora, tras su oportuna exposición, se ha puesto al alcance de numerosos especialistas que nunca hasta el presente habíamos podido examinarlo de un modo tan pertinente. Tanto la altura (la fatal distancia que le separa del espectador) como la pátina, barridos, desajustados repintes e inclemencias de todo tipo que la ermita de Sant Feliu guarda en el baúl más íntimo y recóndito de su tiempo han podido mitigarse gracias a la positiva acción de los restauradores.
Ahora, insistimos, se conocen mucho mejor las hechuras formales de dicho retablo y se goza mucho más de su poderoso mensaje histórico, artístico e iconográfico. Tras su remozamiento los historiadores del arte que firmamos este pequeño trabajo le hemos formulado algunas preguntas y éste (el retablo), con su silencioso, aunque elocuente y solicíto lenguaje plástico, nos ha respondido mucho más de lo que quizá nosotros hemos sido capaces de retener. ¿Qué es lo que fundamentalmente hemos obtenido de sus amables respuestas?
2.- UNA OBRA VALENCIANA DE LA CRUÏLLA (1) DE 1500
El retablo mayor de la iglesia de Sant Feliu de Xàtiva es un magnífico ejemplo de lo sucedido en el terreno de la pintura valenciana (e hispana en general) al filo de 1500. De una parte ejemplifica de un modo extraordinariamente nítido su condición de encrucijada lingüística, formal y estilística, propia, al fin y al cabo, de toda obra realizada en una etapa histórica finisecular. Es decir, en una etapa bisagra, o de paso y cambio de una centuria a otra. De ahí, como ya se ha advertido, el elocuente cruce estilístico que lo distingue en todas y cada una de sus tablas felizmente recuperadas.
Se observa en muchas de sus escenas representadas que el poderoso influjo de lo italiano (la nueva y progresivamente extendida moda del Renacimiento) quiere abrirse paso en muchas de sus soluciones formales, en un sinfín de figuras, fondos paisajísticos y arquitecturas que aparecen en sus tablas, si bien los oros, los brocados y las gesticulaciones de orden expresivo medieval persisten también (y conviven con lo moderno), especialmente (como se verá) en diversas escenas de la predela.
Por todo esto consideramos que el retablo de Sant Feliu de Xàtiva es una obra de cruïlla, por su dualismo estilístico, por su feliz, armoniosa y a su vez simbiótica convivencia plástica y formal.
3.- UNA OBRA DE AUTORÍA TRlPARTITA REALIZADA EN EL MARCO DE UN OBRADOR MEDIEVAL VALENCIANO
Pero además de hallarnos en Xàtiva ante un buen paradigma de incrociamento estilístico, el retablo de Sant Feliu arroja mucha más luz, esta vez en el terreno específico de lo social y cultural, de lo histórico. Los numerosos datos documentales que se poseen de esta época nos permiten constatar que este retablo es una obra más de las muchas que se realizaron en el antiguo reino de Valencia en un taller colectivo regentado por varios maestros, a menudo miembros de una misma familia, como parece suceder en el ejemplo de Xàtiva.
Sabemos que así aconteció con los Peris, los Osona, los Falcó, o los Macip, amén de en otras muchas sociedades más o menos ocasionales como las de Jacomart-Reixach, Bermejo-Osona, Leocadio-Pagano, Osona-Cabanes o los Hernando. En el caso del retablo de Xàtiva parece indiscutible que el obrador familiar que se ocupó de su ejecución pudo tener su sede en la misma Xàtiva y que éste estuvo regentado por los Cabanes. De hecho, por relación indirecta (que comentaremos más adelante) tenemos documentado a Pere Cabanes en Xàtiva, del mismo modo que se sabe que Antoni Cabanes residió y estuvo activo en esta ciudad durante muchos años.
No hay duda, pues, de que nos hallamos ante una obra tripartita (con los tres miembros principales pertenecientes a la saga de los Cabanes como se razonará más adelante), sin menoscabo de que también hubieran intervenido otros afortunados miembros anónimos de taller, como sin duda ocurrió en numerosas tablas realizadas en Valencia durante los periodos medieval y moderno (al menos hasta finales del siglo XVI).
Proclamar esto con convicción y con todo lo que conlleva desde un punto de vista historiográfico nos parece fundamental para el buen progreso de los estudios de pintura medieval valenciana. Aclara muchas cosas y convierte en absolutamente lógico un desarrollo pictórico que una y otra vez partió y se nutrió del trabajo realizado en equipo y bajo un mismo techo, liderada, eso sí, por maestros que a menudo alcanzaron una gran talla o cota creativa. Pero maestros, insistimos, que a su vez (o en no pocas ocasiones) desarrollaron sus tareas en un marco familiar que dificulta, o a veces hace poco menos que estéril (o bastante gratuito) el deslinde exacto de sus manos e intervenciones.
El retablo de Xàtiva que es objeto de estudio del presente trabajo es un magnífico ejemplo de lo que estamos diciendo, y de él hemos obtenido una gran riqueza de orden intelectual, conceptual y metodológico, sin que por ello hayamos renunciado a deslindar, hasta donde hemos sabido y podido, qué manos concretas de la referida familia de los Cabanes pudo haber intervenido, y hasta dónde, en el citado retablo.
Pero nos apresuramos a subrayar que lo que fundamentalmente nos ha susurrado este grandioso conjunto pictórico no se ha dirigido en exclusiva al tema estricto de su autoría, sino a la rica complejidad de su hecho histórico y artístico, y a la no menos riqueza contenida en su densa globalidad social y artesanal. |