Homenaje al Papa Calixto III
EN EL 550 ANIVERSARIO DE SU ELECCIÓN COMO PAPA


Cardenal Afonso de Borja, futuro Calixto III.
Retablo de santa Ana o de Calixto III S.XV • Pere Reixach
Museo de la Colegiata de Xàtiva

Se cumplen ahora 550 años de la elección de Alfonso de Borja como Papa Calixto III. Aquí recibió el Bautismo y aquí creció. Con mucho orgullo escribió en una carta dirigida al cabildo: “Baix ser batechat en la Esglesia Mayor de Santa María de Xàtiva”. (Fui bautizado en la Iglesia Mayor de Santa María de Xàtiva) Y en Roma en un documento escribe: “Soc fill de un bon hom llaurador de Xàtiva” (Soy hijo de un buen hombre labrador de Xàtiva). Ante este aniversario queremos ofrecer un homenaje al Papa comenzando hoy mismo en la fiesta de san Jacinto y que durará hasta el mes de junio del año 2006.


La finalidad es bien clara: dar a conocer la persona, figura y obra de Calixto III. Y lo llevaremos acabo mediante tres Conferencias y un acto solemne religioso cultural. La publicación y divulgación de su biografía al alcance de todos, niños, jóvenes y adultos. Nos proponemos también dar a conocer sus escritos y doctrina, así como sus deliberaciones e instituciones como Papa. También ofrecer a todos en edición facsímil las cartas y bulas que tenemos en el Archivo colegial.


A la vez mandaremos pintar su retrato, y en cerámica a san Vicente Ferrer, santo muy unido al Papa que le canonizó.


La figura del Papa Calixto III, pues, nos acompañará durante este curso tan cargado ya de ilusionado trabajo pastoral.


A todos les invitamos a unirse a este sincero y merecido homenaje que desde la Seu de Xàtiva queremos ofrecer al primer Papa Borja Calixto III.

Próximamente iniciaremos una breve biografía del Papa de manera que llegue a todos y todos conozcamos mejor a este Papa que, en palabras de un gran estudioso de Calixto III, es el Papa desconocido. Durante este curso no escatimaremos esfuerzo y trabajo, con tal de difundir la figura y la obra de Calixto III.

1º – EL ORIGEN DE ALFONSO DE BORJA

INTRODUCCIÓN
Se cumplen ahora 550 años de la elección como Papa de Alfonso de Borja. No queremos que pase por alto este aniversario. Y una forma eficaz y significativa para dar realce a este acontecimiento, pienso que es dar a conocer la persona, la figura y la obra del Papa Calixto III.

Y aprovecharemos para ese fin, la Hoja Parroquial, ya que es un medio que llega a mucha gente, y me consta, porque me lo manifiestan, que la leen muchas personas.

Los cristianos debemos conocer nuestras raíces y lo hacemos mediante el estudio de la Sagrada Escritura, la Teología y la Historia, a nivel particular y a nivel parroquial por medio del Instituto de Ciencias Religiosas. Pero conocer las raíces significa bucear en los grandes personajes de la Historia de la Iglesia, y uno de ellos es el primer Papa Borja, valenciano, nacido en nuestra tierra, obispo de Valencia y Papa de la Iglesia.

Es muy importante conocer a nuestros personajes y aprovechando este aniversario, centraremos nuestro estudio en Calixto III. Ya sé que tenemos mucho trabajo, infinidad de proyectos y actividades para este curso, pues estas páginas que hoy iniciamos, algo a añadir. Y estoy seguro que nos ayudará a crecer en nuestros conocimientos y cultura.

Este trabajo que hoy comenzamos intentaré ofrecerlo de manera muy sencilla para que todos puedan entenderlo, no aburrirse y leerlo con interés y cariño.

Recurriré a aquellas fuentes frescas y vivas que han profundizado y han publicado trabajos y libros sobre la figura de nuestro Papa. A ellos va ya mi agradecimiento por su trabajo e interés.


EL ORIGEN DE ALFONSO DE BORJA
Dice don Miguel Navarro, entusiasta conocedor de Calixto III, que la fortuna de la casa Borja está ligada a uno de sus miembros más humildes, Alfonso de Borja, quien, debido a su talento jurídico y sus dotes diplomáticas, realizó una brillante carrera político-eclesial que le llevó a ocupar el solio pontificio con el nombre de Calixto III.

Se dice que Alfonso de Borja nació en La Torreta el 31 de diciembre de 1378 (es la fecha tradicional que siempre se ha adoptado). Hijo de Domingo de Borja, “ un bon hom labrador de Xátiva”, y de su esposa Francina o Francesca, es el primogénito del matrimonio, al que siguieron Isabel, Joana, Caterina y Francesca.

Nuestro Alfonso fue bautizado en la Colegiata de santa María de Xàtiva, el mismo Calixto lo dirá con cierto orgullo y lo escribirá en un documento: fue bautizado en la Iglesia de santa María de Xàtiva.

Sus orígenes fueron muy modestos, pues su padre era un terrateniente, sin títulos de nobleza.

El lugar del nacimiento dispara polémicas continuas entre Canals y Xàtiva, ambas poblaciones afirman que Calixto III nació en ellas. La cuestión, afirma Navarro, no está resuelta, él afirma que Alfonso nació en Canals, pues, tiene documentos que lo prueban.

Sanchis Sivera, para solucionar el problema del lugar del nacimiento de Alfonso, indica que los Borja residentes en Canals se consideraban de Xàtiva, ya que provenían de esa ciudad, por lo que tenían gran interés en bautizar a sus hijos en la Iglesia Colegial de Xàtiva, “por ser su parroquia propia”, escribe Sanchis Sivera.

NIÑEZ
De la niñez de Alfonso se conoce muy poco, hay que ir a lo que la leyenda aporta sobre la profecía de san Vicente Ferrer hecha del joven Borja. Alfonso tuvo un encuentro con fray Vicente Ferrer, el gran predicador dominico valenciano, quien le predijo que llegaría a Papa y que un día le canonizaría, le elevaría a los altares como Santo.

Todos los historiadores de san Vicente Ferrer cuentan esta anécdota, puede ser leyenda, pero puede haber ocurrido, el mismo Papa Calixto lo contaba muchas veces sin miramientos ni temores a la burla. Este hecho está avalado por una arraigada tradición popular, siendo yo pequeño, al contarme la vida de san Vicente, añadían esta profecía, El historiador Miguel Navarro cita al cronista dominico Pietro Ranzano diciendo: “una vez que predicaba el santo dominico en Valencia, estando presente entre la multitud el joven Alfonso, se dirigió a él y le dijo: -Te felicito, hijo, pues debes saber que serás máximo ornato de tu patria y de tu familia. Obtendrás la mayor dignidad entre los mortales, y a mí, una vez difunto, me colocarás en grandísima y altísima veneración. Mientras tanto, procura perseverar en tus estudios”.

San Vicente predicando


Calixto III afirmaba que siempre guardaba en su corazón aquellas palabras de Vicente Ferrer, sin olvidarlas jamás.

Así que cumplida la primera parte de la profecía, tan sólo le quedaba cumplir la segunda, que muy gustosamente cumplió al canonizar al Santo valenciano, como veremos en su momento.

En las distintas biografías de Alfonso de Borja se dice que eran muchos los que conocían la profecía de san Vicente Ferrer pues se lo habían oído contar al mismo Papa. Así san Juan de Capistrano en una carta dirigida al Papa para felicitarle por la elección le recuerda que ya el mismo Cardenal Borja se lo había contado anteriormente.

El Papa Calixto contaba a todos esta anécdota, no tenía reparos, por eso podemos considerar que el mismo fomenta este hecho con gusto y cierta simpatía hacia el santo valenciano que él canonizaría después.

La tradición coloca el origen de esta profecía en Xàtiva o en Valencia.

San Vicente vino a Xàtiva a predicar en dos cuaresmas.

2º – LOS PRIMEROS AÑOS Y SU EDUCACIÓN

De la infancia de Alfonso de Borja ya no se conoce más. Un autor afirma que fue educado por sus padres en los primeros años. Y eso no es difícil. Los padres se entregan totalmente al cuidado de sus hijos pequeños e intentan con la palabra y el ejemplo dar una buena educación de acuerdo con sus creencias. Y eso es lo que hicieron Domingo y Francina.

Del padre aprende la lucha por el bien, el amor al trabajo, al deber bien hecho; el respeto a las personas y el aprecio al saber y a la cultura.

De la madre el niño aprende a descubrir a Dios, a rezarle, a quererle. La madre se preocupa de que al niño no le falte el cuidado, la delicadeza, el candor.

Influye en el bien obrar y en la educación en el amor y las virtudes cristianas.

Así pues, Alfonso de Borja, futuro Calixto III, inicia en casa los primeros pasos hacia una formación seria, impresionante y de gran porvenir.

Pero no está todo en el seno paterno.

Hay que ir a la Escuela. Y el pequeño Alfonso asiste a la Escuela de Xàtiva.


Tengamos en cuenta que desde 1319 existían, por privilegio del rey Jaime II, Escuelas de Gramática y de Lógica. La base, pues, de lo que alcanzará Alfonso, la coloca en Xàtiva.

Miguel Navarro afirma que grande debía ser su inteligencia y aptitud para el estudio, pues, cuando tenía catorce años, fue enviado por sus padres a estudiar Derecho en el Estudi General de Lleida, donde obtuvo el doctorado en derechos, canónico en 1411, y en ambos derechos en 1413. Ello indica el tesón e interés que puso en el estudio; no fue a Lleida a perder el tiempo.

Desde el primer día tomó muy en serio la tarea que sus padres le habían encomendado: hacerse un hombre de provecho.

El tiempo de permanencia en Lleida supuso para Alfonso un trampolín en su carrera. En 1408 el rey Martín I le nombra asesor del baile (alcalde) de la ciudad. Era un cargo muy importante.

Ya se había ganado la fama de inteligente, trabajador y cumplidor, buen jurista, por eso propusieron su nombre al rey.

También llega la fama al Papa Benedicto XIII quien le concede una canonjía en la catedral de Lleida y que llevaba consigo la misión de enseñar derecho canónico en el Estudi durante cinco años.

No mucho tiempo después fue nombrado oficial del obispo de Lleida.

Era la más alta autoridad judicial de la diócesis después del obispo. Tenía entonces 33 años de edad.

Contemplemos los distintos cargos que ya había adquirido, todo por méritos propios, por su inteligencia, trabajo y estudio. Y sobre todo porque ven en el joven Borja un hombre completo, serio, trabajador y bueno. Eso le lleva a ocupar cargos muy importantes en la flor de la juventud.

A raíz de los trabajos y empresas llevadas a cabo con éxito por Alfonso de Borja su renombre llegó también a la corte del joven rey Alfonso V, que al morir su padre, don Fernando de Antequera, acababa de ocupar el trono de la Corona de Aragón. En el año 1417 el monarca lo quiere a su lado, lo llama y éste acepta.

Desde entonces su vida correrá pareja con la del Magnánimo.

Alfonso el Magnánimo


El joven rey quería favorecer a Alfonso de Borja y de esa manera tenerle a su lado, por eso hizo lo posible para que se le otorgara la rectoría de Cocentaina y una canonjía en la catedral de Valencia, que estaba vacante por la muerte de Jaime Gil, lo que no pudo conseguir. En vista de eso escribió al Papa Martín V, con fecha 10 de julio de 1418, suplicándole la concesión de la Rectoría de la Parroquia de San Nicolás de Valencia y una canonjía en la misma ciudad.

Esta petición sí que fue acogida, en parte, por el Papa y desde Mantua, el 1 de diciembre del mismo año nombra rector de san Nicolás de la ciudad de Valencia a Borja; éste no era más que tonsurado por lo que no podía ejercer como sacerdote, por eso delega poderes a su amigo Francisco Martorell, canónigo de Valencia para que tome posesión en su nombre. Por otra parte el Vicario General comisionará cada año a dos sacerdotes beneficiados para que lleven adelante la Parroquia de san Nicolás.

Muy valiosa debería de ser la colaboración con el Magnánimo que éste no para de proponer con mucho ardor e ilusión honores para Alfonso de Borja y pedía constantemente la canonjía en Valencia y el arcedianato de Xàtiva. Ser Arcediano (Ardiaca) de Xàtiva sí lo consiguió y figura en el listado del arcedianato.

A inicios de 1419 renuncia a su cátedra en Lleida y se entrega totalmente en la corte del rey. Y en 1420 es ya vicecanciller, debido a la habilidad que siempre mostró en la resolución de los asuntos que se le encomendaban.

3º – ALFONSO DE BORJA Y
EL CISMA DE OCCIDENTE

Recurro a una página del libro de Miguel
Navarro “Calixto III”, como punto de
arranque ante el problema que ocasionaba
a la Iglesia el Cisma de Occidente

La acción diplomática desempeñada con manifiesta habilidad por Alfonso de Borja en las negociaciones que, en diferentes épocas, se entablaron entre la curia romana y la corte aragonesa para procurar la cancelación de los restos cismáticos que pervivían en la Corona de Aragón y la sumisión efectiva del clero aragonés al Papa de Roma –labor magnificada por todos los biógrafos de nuestro Borja como clave explicativa de su sorprendente carrera eclesiástica – está íntimamente ligada a la compleja política eclesial del rey Alfonso V de Aragón. La postura real ante el cisma conoce dos etapas: en un primer momento, siguiendo el camino iniciado por su padre, el Magnánimo abandonará con decisión la causa de Benedicto XIII e impulsará sinceramente la participación de sus estados en el concilio de Constanza, reconociendo al Papa Martín V. Pero más tarde, ante la oposición del pontífice romano a sus exigencias, Alfonso resucitará el fantasma de Peñíscola y alentará la continuación del cisma, para forzarle a secundar sus intereses; y sólo después de obtener éstos obligará al antipapa a dimitir. Dentro de este cuadro general se inserta la actividad diplomática de Borja, al servicio de Alfonso el Magnánimo, que se desarrollará a través de su intervención como representante del rey en las legaciones desempeñadas en 1418 por el cardenal de Pisa y en 1429 por el cardenal Pedro de Foix, enviados por Martín V con la misión de poner el definitivo punto final al cisma”.


Benedicto XIII, Papa Luna


¿QUÉ ES EL CISMA DE OCCIDENTE? Este cisma viene de la división de la Iglesia durante 40 años, después de sucesivas elecciones de Urbano VI (8 abril 1378) y Clemente VII (20 septiembre de 1378) hasta la elección de Martín V (11 noviembre de 1417).

Desgarrada por el Cisma de Oriente, probada por el exilio de Aviñón, la cristiandad se encontró separada en dos obediencias y hubo un momento en el que el conflicto pudo parecer irremediable.

El último de los papas de Aviñón, Gregorio XI, murió después de su vuelta a Roma. Inmediatamente se produjo un levantamiento popular: los romanos querían a toda costa imponer a los 16 cardenales presentes, de los que 10 eran franceses, la elección de un Papa italiano.

¿Influyó esta agitación en los votos del cónclave haciéndolo nulo? Los cardenales eligieron a un napolitano, al arzobispo de Bari que tomó el nombre de Urbano VI.

No quisieron a este papa y pedían que abdicara. Animados por el rey de Francia tuvieron un nuevo cónclave y por unanimidad eligieron a Clemente VII.

Los cristianos se encontraron así frente a dos personas que se proclamaban Papas. Los franceses optaron sin dudar por Clemente VII, quien, mal escogido en Nápoles, regresó a Aviñón. En cambio los ingleses, los alemanes y los italianos siguieron fieles a Urbano VI. Así surgen las dos obediencias.

En Aragón, aunque el cardenal Pedro de Luna y san Vicente Ferrer defendían los derechos de Clemente VII, Pedro IV practicó la indiferencia; su sucesor Juan I se mantuvo en la misma línea hasta 1387, año en que reconoció a Clemente VII. En Castilla, Enrique II sólo se informó. Su sucesor Juan I consultó a su clero reunido en Burgos; no hubo manera de unificarse Portugal, Navarra; se mantuvieron las dos obediencias. Los dos Papas multiplicaron sus embajadas, usando todos los medios de persuasión y propaganda.

A la muerte de Urbano VI, los pocos cardenales que quedaban eligieron.

Bonifacio IX, de carácter amable pero débil, recuperó en Italia el terreno perdido. Por otra parte, a la muerte de Clemente VII, los cardenales, a pesar de la prohibición de los reyes de Francia y Aragón, eligieron a Pedro de Luna que tomó el nombre de Benedicto XIII (28 septiembre de 1394).

Cuarenta años duró este Cisma llamado de Occidente. Los Papas de Roma se iban sucediendo a la muerte del Papa romano. Benedicto XIII fue tozudo y nunca quiso dimitir, resistía en Peñíscola.


Escudo. Palacio del Papa


Su sucesor fue Clemente VIII, elegido a la muerte de Benedicto XIII. El día de san Martín del año 1417 fue elegido Papa Martín V y se abrió la vía para restablecer la unidad de la Iglesia, que llegó a tener tres Papas y los tres se creían legítimos. El concilio de Constanza puso fin a este Cisma de Occidente de graves consecuencias para la Iglesia. Santa Catalina de Siena, san Vicente Ferrer, santa Catalina de Suecia y nuestro Alfonso de Borja, entre otros, trabajaron por devolver al tejido de la Iglesia su unidad.


De hecho los nombres de los Papas de Aviñón, Clemente VII y Benedicto XIII, volverán a ser tomados por nuevos Papas en los siglos XVI y XVII, indicando la invalidez de los anteriores.


Castillo, palacio del Papa


¿CUÁL FUE LA MISIÓN DE ALFONSO DE BORJA? Por aquel tiempo pervivía en Peñíscola el Papa Luna manteniéndose tercamente en su cargo sin querer dimitir, como ya he indicado anteriormente. La primera misión de Borja la desempeñó en 1418, cuando el rey le encargó acompañar al cardenal de Pisa, enviado por el Papa Martín V como legado para tratar este espinoso problema. No hubo resultado positivo. Alfonso de Borja desempeñó bien su cometido, dando pruebas de sus óptimas dotes diplomáticas y se vio recompensado por el rey con una canonjía en Valencia y el curato de san Nicolás de la misma ciudad.

Otra interesante intervención de Borja fue cuando el rey le pidió que acompañara al cardenal Pedro de Foix, enviado también por Martín V para acabar definitivamente con el cisma. Hasta este momento el rey había favorecido en secreto al antipapa Clemente VIII, para obligar al Papa de Roma a serle propicio en la conquista del reino de Nápoles y forzarle a que le concediera grandes gracias.

Más tarde el rey retiraría el apoyo a Clemente VIII.

Es entonces cuando el Magnánimo envía a Peñíscola a Alfonso de Borja, como experto jurista y diplomático, a gestionar los detalles canónicos relacionados con la abdicación del antipapa Clemente VIII. Ante la atenta mirada de Borja, Clemente VIII firmaba la renuncia a la tiara y se despojaba de sus vestiduras pontificales. El mismo Borja urgía a los cardenales a nombrar al nuevo Papa que resultó ser el mismo Martín V.


Avigñón, Palacio Papal


Borja actuó en el desempeño de su misión con tal tacto y prudencia que impresionó al cardenal legado, facilitándole su tarea y allanando los obstáculos que éste pensaba encontrar para la solución del problema.


Ante el éxito de esta misión cuando el rey pidió al legado que nombrara obispo de Valencia a Borja, no se dudó. El mismo cardenal ordenó obispo a Alfonso de Borja en Peñíscola el 22 de agosto de 1429. Tenía entonces cincuenta años.

4º – ALFONSO DE BORJA,
OBISPO DE VALENCIA

Apenas nombrado obispo de Valencia Alfonso de Borja, según cuenta Miguel Navarro, tuvo que acudir al sínodo de Tortosa, convocado por el cardenal de Foix para reformar la Iglesia de la Corona de Aragón después de la tormenta del cisma.

Su fama de jurista hizo que la asamblea le eligiese diputado, junto al obispo de Lleida, para presidir la comisión que se ocupaba de revisar las cuestiones que se someterían al estudio del concilio y añadir las que a su juicio faltaban. Pero lo cierto es que en esta asamblea le vemos actuar más como representante del rey que como pastor de la Iglesia.

Terminado el sínodo, el nuevo obispo tomó posesión de la diócesis por medio de procuradores y no pudo personarse en Valencia hasta finales de 1429, en la víspera de Navidad hizo su entrada. Enseguida dio muestras de espíritu religioso, y en la octava de la Epifanía celebró un solemne pontifical en la catedral y predicó al pueblo de Dios. Fue poco el tiempo que residió en ella, siempre muy ocupado en los quehaceres del rey de Aragón.


Catedral de Valencia


A pesar de ello fue un buen obispo de Valencia. Trabajó muchísimo. Nos consta que predicaba al pueblo personalmente en las solemnidades. Dispuso solemnes actos que fomentaran la piedad popular; fomentó todo lo que pudo la devoción al Santísimo Sacramento: Corpus Christi. Siempre que pudo asistió a la procesión solemne del Corpus. Y algo muy significativo, él mismo costeaba los cirios para la procesión del Corpus, del Jueves Santo, de la Candelaria y de santa Ana, tanto en Valencia como en Xàtiva. Se preocupó intensamente en sanear la maltrecha economía de la diócesis.

Su obra importante fue la convocatoria de un sínodo diocesano en 1432, que se ocuparía de dar normas para la predicación, de las cualidades exigidas a los sacerdotes para celebrar la misa y confesar, de los deberes y obligaciones de los clérigos, de la reforma de las costumbres y el decoro en la celebración de los sacramentos. También el obispo Borja combatió la herejía de los espirituales. Este sínodo fue, sin duda, uno de los más interesantes llevados a cabo en Valencia durante la Edad Media, a través del cual podemos tomar el pulso al clero y a la religiosidad valenciana de esa época.

Su piedad se refleja en las misas que hacía celebrar diariamente en la Iglesia Colegial de Xàtiva y en la capilla de santa Ana, protectora de los Borja; las pagaba el mismo Borja.

La devoción a santa Ana está atestiguada en la construcción de una capilla dedicada a la santa junto a la Colegiata setabense y por los cultos que mandaba celebrar todos los años en dicha capilla y en la ermita que lleva su nombre, todo era poco para honrar a la madre de la Virgen María. Sanchis Sivera enumera una larga serie de iniciativas piadosas que desarrolló el obispo Alfonso de Borja.

Llama la atención la enorme preocupación que manifiesta Alfonso de Borja, obispo de Valencia ante el problema de la predicación de la Palabra de Dios. Pronto se dio cuenta de lo mal que estaba la Iglesia valentina en este campo. Los sacerdotes basaban sus sermones en atacar a los obispos, burlarse de los clérigos, sembrar cizaña, dividir la Iglesia, crear grupos divididos que hacían un mal inmenso entre los fieles. Era un clero muy flojo. Aquello preocupó muchísimo al Obispo. El Papa Eugenio IV apoyó la reforma emprendida por Borja. Estos grupos se llamaban espirituales y formaron una secta perniciosa y el obispo comprendió que había que destruirla, perturbaba a los fieles y hacía mucho daño a la Iglesia.

Valiente fue el obispo Borja pues para poner remedio a todo esto decretaba en el sínodo lo siguiente: “que en adelante en la ciudad y en nuestra diócesis valentina, ningún clérigo, cualquiera que sea su estado o condición, se atreva a predicar, ni los curas ni otros a quienes corresponda cuidar de los sermones, se atrevan a admitir a alguien a predicar, si no es maestro, doctor, licenciado o bachiller en Sagrada Teología o en Derecho, o al menos que habiendo sido examinado por Nos, por nuestro vicario general o el oficial, haya sido considerado idóneo y admitido al oficio de predicar”.


Retablo de santa Ana o de Calixto III.
MUSEO COLEGIAL


Sigue en este punto fundamental para la Iglesia de Valencia la iniciativa de su antecesor Hug de Llupiá en el sínodo de 1422, pero el obispo Borja mostró mayor firmeza y rigor; quiso atajar desde la raíz ese mal que infectaba la vida cristiana de su diócesis. Fue una gran obra de Alfonso de Borja.

Termina el sínodo ordenando que todos los curas de la diócesis tengan copia íntegra y completa de las constituciones sinodales, para leerlas al pueblo en sus iglesias parroquiales.

Fue una pena que el obispo Alfonso de Borja no residiera en Valencia siempre. Nunca estuvo más de un año seguido.

Todo lo propuesto en el sínodo se hubiera logrado si el Alfonso hubiera residido en su sede. Fue ese su gran defecto y se notó en la marcha espiritual de la diócesis.

La sombra del rey le seguía por todas partes.

5º – ALFONSO DE BORJA,
CARDENAL

Los trabajos de Alfonso de Borja a favor de la reconciliación entre Alfonso el Magnánimo y la Santa Sede le valió el premio del cardenalato. El Papa Eugenio IV nombra Cardenal al Obispo de Valencia, Alfonso de Borja y le concede el título los Cuatro Santos Coronados de Roma, el 2 de mayo de 1444.

Muy pronto el nuevo cardenal marcha a Roma, el 12 de julio de 1444.

Allí llevó una vida sencilla, austera, sin ningún escándalo, alejado de todo lujo.

El único beneficio que quiso conservar fue su obispado de Valencia. No desempeñó ningún cargo importante en la Iglesia. Su vida se desarrollaba de manera muy discreta.

Pero a pesar de todo ello, el Magnánimo no dejó vivir en paz al cardenal de Valencia. Eran muchas las prebendas que el rey quería lograr del Papa Eugenio y utilizaba a Alfonso para que éste intercediera.

Muchísimas veces así ocurrió.


Escudo del Cardenal Borja


En más de una ocasión se enfrentó con el rey, al excederse en tanto privilegio para el Reino de Aragón.

El cardenal Borja vivía en la mansión adjunta a su basílica de los Santos Coronados, en el monte Celio de Roma. Dicen los historiadores que Borja siempre llevó una vida ejemplar y actuó de manera modesta entre el Colegio Cardenalicio.

Sirvió a dos papas como cardenal y como jurista, ambos papas le encomendaron juzgar muchas causas que Alfonso pudo solventar.

Más tarde recibió del pontífice una misión que llenó de entusiasmo y satisfacción al cardenal Borja: comisario del proceso de canonización de san Vicente Ferrer. Atendiendo las peticiones de los reyes de Castilla y de Aragón y el duque de Bretaña y así Nicolás V, el 18 de octubre de 1451, le encargaba esta hermosa misión.

Don Miguel Navarro en su libro tantas veces citado, en la página 204 dice: “como es sabido, uno de los primeros actos de Alfonso de Borja, cuando se convirtió en Calixto III, fue proceder a la canonización de san Vicente Ferrer. Tras recabar el asentimiento de los cardenales, el Papa Borja dispuso celebrar la ceremonia el domingo 23 de mayo de 1455, pero no pudo llevarla a cabo a causa de la amplitud del proceso, que hizo imposible la lectura completa de la relación del mismo. La canonización se pronunció el 29 de junio, en la basílica vaticana”.

El Cardenal de Valencia, una vez instalado en Roma, siguió la política, gracias a su influencia ante el Papa, de intensificar el engrandecimiento de su familia. Quiso beneficiar a los suyos. Y de ellos se rodeó. Los primeros fueron sus sobrinos: Lluís Joan de Milá para quien consiguió una canonjía en la catedral de Valencia. Luego logró cuatro canonjías más para otros sobrinos. Pero no paró la cosa ahí. Para Lluís Joan pidió el nombramiento de canónigo y Chantre de la Colegiata de Xàtiva y Rodrigo una canonjía en la catedral de Lleida.


Plaza de san Pedro


Probablemente el cardenal hizo venir a Roma a sus sobrinos Pere Lluís y Rodrigo de Borja en 1449; al tenerle cerca mejor les podía promocionar.

Pere Lluís fue destinado a la carrera de las armas y enviado al servicio del rey en la corte napolitana.

Rodrigo fue enviado a estudiar y perfeccionar su educación. Todos quedaban admirados de la inteligencia de Rodrigo de Borja. Así nos lo describen: “Es hermoso, de rostro alegre y aspecto agradable; su hablar es elegante y dulce; le basta mirar a las mujeres hermosas para cautivarlas y suscitar en ellas rendidos sentimientos de amor; las atrae de modo admirable, más que el imán al hierro; aunque se cree que las deja marchar intactas”.

Mientras duraba el estudio de sus sobrinos el cardenal buscaba puestos importantes en la Iglesia para ellos. Rodrigo llegó a ser también canónigo de nuestra Colegiata. Y luego se le concedieron las parroquias de Cullera y de Sueca, que habían quedado vacantes.

A pesar de todos estos arduos negocios, el cardenal de los Cuatro Santos Coronados, llevó en Roma una vida tranquila y modesta, sencilla y sobria, muy modesta, nada quiso para él. Pensaba que iba a morir pronto y pidió al Papa permiso para hacer testamento.

La Divina Providencia le reservaba siete años más de vida que serían los más extraordinarios y brillantes de su vida.

Al morir el Papa Nicolás V se cumpliría la profecía pronunciado por san Vicente Ferrer muchos años atrás.

Cuando el 4 de abril de 1455 los quince cardenales presentes en Roma se reunieron para elegir al nuevo Papa, nadie podía pensar en el anciano cardenal de Valencia, Alfonso de Borja.

Sin embargo las luchas entre distintas familias, y la Providencia que siempre actúa, valiéndose también de las miserias humanas, los cardenales eligieron como Papa a Borja que escogió el nombre de Calixto III. Hace ahora 1550 años.

Los contemporáneos a Calixto III tenían muy buena opinión del nuevo Papa. El futuro Pío II lo consideraba “el más eminente entre todos los que profesaron la ciencia del derecho en su tiempo”. El obispo de Nocera definía así al Papa Calixto: “un hombre de grandísima santidad, letras y de gran inteligencia”. Otras opiniones afirman que es un hombre de grandes virtudes y de enorme mansedumbre. Incluso el autor anónimo de un Diario le llama “hombre de una vida católica”.


Cáliz que Calixto III regaló a la Colegiata


También los florentinos se alegraron de la elección del cardenal de Valencia y le enviaron la felicitación en la que afirmaban que Calixto III era “un hombre de gran piedad, bondad y religiosidad y de grandísima sabiduría”.

El santo arzobispo del Arno decía a su sobrino que los recelos existentes entre los italianos ante la elección de un Papa español, pronto se desvanecerían porque el nuevo Papa tenía fama de bondadoso y de sabio, además de un gran humor y alegría. Y finalmente, el santo dominico en sus Crónicas escribe que Calixto III era considerado “varón de gran justicia y equidad, de buena vida y fama loable, amén de gran jurista”.

Por toda Roma se comentaba su parquedad en la comida, su moderación en el hablar, su afición al estudio, su dulzura en el trato y su pasión por la cruzada. Un hombre, en definitiva, de gran ánimo para su edad, que “en todos los aspectos de su vida fue integrísimo”.

Me encantaría que muchos que airean continuamente y 500 años después, la leyenda negra de los Papas Borja estudiaran detenidamente la vida del primer Papa valenciano de la familia Borja y pudieran descubrir la grandeza de Calixto III y su vida santa.

6º – Calixto III,
Papa Borja

EL AMOR
A LA VIRGEN MARÍA
PLASMADO EN LOS GOZOS
Y EN EL ANGELUS

El Papa Calixto III aprendió ya desde niño a invocar a la Virgen María, siempre la tenía en sus labios. Ese amor filial hacia la madre de Dios fue creciendo.

Ya de Papa se propuso dos objetivos preciosos: los Gozos de la Virgen y el Angelus. Ya por estas dos devociones tan extendidas por todo el mundo católico Calixto III merece un sitio de honor en la historia de la Iglesia.

LOS GOZOS

En muchos pueblos se cantan los Gozos a la Virgen como patrona singular. Son gozos confeccionados por gente sencilla que componía unas letras y luego se les aplicaba la música. Hoy comprobamos que la música es la misma en muchísimos pueblos, salvo alguna excepción.

Fue el Papa Borja quien lanzó la idea de los Gozos o Gaudes en honor de la Virgen. Él hizo unos para la Iglesia universal, los compuso en latín y los propagó por todo el mundo. La idea de los Gozos en Valencia formaron y forman parte de la cultura local, están muy arraigados en las devociones marianas.

Luego su sobrino Alejandro VI perfeccionó esta costumbre y la lanzó con fuerza por todo el mundo.


Mare de Déu de la Seu
(Madre de Dios de la Seo
Virgen de la Seo)


Comenzó Calixto III indicando en la catedral de Valencia que se cantaran y luego en la Colegiata de Xàtiva, su pueblo. Y así fue. De hecho en Xàtiva todavía se cantan todos los sábados al finalizar la Misa Conventual. Años más tarde también se cantaban estos Gaudes o Gozos todos los sábados por la noche en el Seminario Mayor de Valencia. Hoy, creo que se ha perdido la costumbre de cantarlos, excepto en la Seu de Xàtiva, donde, desde hace más de quinientos años, no deja de honrar a la Virgen de la Seo con estos Gaudes. Han quedado los Gozos más populares en las parroquias donde se profesa una devoción especial a la Virgen María.

En estos Gozos o Gaudes dedicados a la Virgen se mencionaban los grandes misterios del Señor vinculados a su Madre Santísima.

Son siete versos, en latín, y hacen referencia, el primero, a la Anunciación del Ángel a la Virgen en Nazaret; ella concibió al aceptar el anuncio de Gabriel.

Resalta a María llena de gracia y llena del amor de Dios. Engrandece a la Virgen portadora del Príncipe de la paz, en ella se gesta al Salvador. Los gozos hablan del nacimiento de Jesús en Belén, la gran Noticia para el mundo: María da a luz, su maternidad llena de luz a toda la Humanidad.

Le sigue un gozo que ensalza la misión de Cristo: anunciar el reino de Dios, predicar el Evangelio, pasar por el mundo haciendo el bien y curando las dolencias del hombre, misión que culmina en la Resurrección, después del gran dolor de su Pasión y Muerte gloriosa en el Calvario de Jerusalén. Y el último gozo canta al Espíritu Santo que desciende sobre los Apóstoles reunidos con María, la Madre de Jesús el día de Pentecostés. Ese día nace la Iglesia de Cristo. Y terminan con un grito de alegría y esperanza: “in peregni gaudio”, alegría eterna.

El Papa Calixto amaba a la Virgen con fervor. Sentía por Ella una devoción tierna y fuerte a la vez. Hizo un inmenso bien a todo el mundo. Y porque estaba convencido de la necesidad de esa devoción en la vida cristiana, se empeñó al máximo en propagarla. La devoción seria hacia la Madre de Dios siempre hace un gran bien a todos. Yo predico muchas veces que aquel que ama con seriedad a la Virgen nunca pierde la fe; podrá caer y recaer, tener crisis, pero nunca perderá la fe; Ella se encarga de velar, de cuidar y de acompañar.


Mare de Déu dels Desamparats
(Madre de Dios de los Desamparados
Patrona de la Comunidad Valenciana)


EL ANGELUS

Y para explicar esta hermosa oración quiero recordar parte del sermón que pronunció don Lisardo Castelló el 5 de agosto del año pasado en la Colegiata, en la festividad de la Mare de Déu de la Seu, que comenzaba con estas bellas palabras: “Permítanme que haga esta re- flexión en este día tan especial partiendo de la sabiduría del Papa Calixto III, uno de sus paisanos, plasmada en una de las oraciones más bonitas, evangélicas y universales de la Iglesia: El Angelus.

El Ángel del Señor anunció a María Y concibió por obra del Espíritu Santo.

Un espacio de oración. El ángel del Señor, el Señor son sinónimos muchas veces en la sagrada Escritura. Dios se dispone a entrar en diálogo con María. Un anuncio en la boca de Dios es siempre una alegría. Algo hermoso va a suceder.

El anuncio y la respuesta que dará María la convierte en una mujer de fe, heredera del coraje y la determinación de los mejores patriarcas –Noé, Abrahán, Moisés–. Todos confiaron en Dios a riesgo de sus vidas y fueron forjadores de un pueblo de fe.

He aquí la esclava del Señor Hágase en mí según su Palabra.

Dios respeta la libertad de María.

Ella hubiera podido decir que no.

María se siente esclava. Así se sentía con respecto a Dios. Abre su alma y su corazón a lo que Dios le pide, se pone en sus manos que siempre son manos queridas que abrazan y acarician. Y dice: Hágase en mí lo que Dios quiera hacer en mi corazón.

Y el Verbo se hizo hombre.

Y habitó entre nosotros.

El hombre vuelve la espalda a Dios y Dios no se cansa de buscar al hombre.

El Verbo se hizo carne: definitivamente Dios se enraíza en nuestra naturaleza, inscribe su ley en el centro de la misma para que nunca nos veamos abandonados por Él”.

¡Qué acierto tan grande y tan providencial tuvo el Papa Calixto III al componer y propagar esta hermosa oración del Angelus! Se reza al despuntar el nuevo día, al medio día y al atardecer. En el vocabulario popular esta oración señala las horas, se dice: “a la hora del Angelus”. Y cada vez que se reza el Angelus recordamos uno de los acontecimientos más importante de la Historia de la salvación: la Encarnación del Hijo de Dios.

El Papa Pablo VI llamaba al Angelus oración bíblica, sencilla, popular, fácil de rezar y cargada de teología; no digamos Juan Pablo II, el Grande, que invitaba a toda la Iglesia a rezar esta oración tres veces al día. Desde Juan XXIII se ha hecho popular en la Iglesia de Roma el rezo del Angelus rezado por el Papa en la plaza de san Pedro los domingos y festivos.

Durante el tiempo pascual se reza el Regina Coeli Desde este sencillo homenaje al Papa Borja Calixto renovamos la invitación de los Papas a rezar esta hermosísima plegaria todos los días y, con ella, dar gracia al Padre por la Encarnación de Jesucristo y por habernos regalada a la Virgen María como Madre.

7º – CALIXTO III, LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL PAPA

Al Papa Calixto III se le acusa de haber introducido a muchos miembros de su familia en la corte papal. Es innegable que se trajo a los que pudo de su familia; y era lógico, pues al ser un Papa extranjero debía rodearse de personas de su confianza y en Roma no tenía.

A sus sobrinos Rodrigo de Borja y Lluís Joan del Milà los nombró cardenales siendo ellos muy jóvenes y a Pere Lluís de Borja le nombró gobernador de diversas ciudades y capitán general de las tropas de la Iglesia. Otros muchos familiares y paisanos recibieron cargos; de esa manera el Papa pudo controlar perfectamente el gobierno de los Estados Pontificios.

Creo que se acusa demasiado a este Papa de nepotismo cuando los Papas anteriores no lo eran menos y no se les ataca como se hace con el Papa Borja.

Nadie debería ignorar que gracias a este complejo familiar que el Papa organizó junto a él, pudo orientar perfectamente el funcionamiento gubernativo de los Estados Pontificios. Eso nadie lo puede negar.

Debemos tener muy claro que el carácter monárquico no hereditario del papado y el poder de las familias nobles que poseían en feudo tierras de la Iglesia, obligaba a los Papas a confiar los puestos importantes de gobierno a parientes o amigos de su total confianza, en los que apoyarse por encima de intereses partidistas.

Y esto era mucho más necesario si se trataba de un Papa extranjero como lo era Calixto III.

Y hay que decir con voz alta que el Papa Borja nunca intentó inserir a sus familiares en el sistema feudal de los Estados Pontificios, concediéndoles en feudo tierras de la Santa Sede, sino que, únicamente les confió cargos no vitalicios.

También algunos acusan al Papa Calixto de ser un Papa inculto, ignorante, enemigo del saber y de las artes. Todos sabemos que no fue un humanista, pero tampoco fue un rudo iletrado. Muchísimos testimonios de la época lo definen como un docto jurista. Las acusaciones vienen de aquellos que gozaban de mecenazgo en el pontificado de Nicolás V y ahora con Calixto III no gozaban de esta prebenda. Calixto quería ahorrar dinero para la cruzada contra los turcos. Eso le acarreó críticas y disgustos. Todavía hoy, 500 años después, sale a relucir dentro de la infame “leyenda negra de los Papas Borja”.El Papa Calixto se ocupó de la conservación y restauración de algunos monumentos y basílicas de Roma y dio cabida en la curia a diversos humanistas a quienes favoreció mucho y protegió.


Primer Sepulcro de Calixto III. Grutas Vaticanas.


Claro que no fue lo que sería su sobrino Alejandro VI, pero cada Papa, también entonces, tenía sus preferencias, sus carismas y sus gustos.

Trabajando día y noche en la animación de la cruzada contra los turcos, se negó a abandonar Roma durante el verano de 1458, cuando una gran peste nefasta invadía la Ciudad Eterna. Y el 6 de agosto, fiesta de la Transfiguración del Señor, murió religiosamente, asistido por el Cardenal Antoni Cardá, que estuvo a la cabecera de su lecho impartiéndole los auxilios divinos y las gracias espirituales.

Después de unos sencillos funerales el Papa fue enterrado en la capilla de santa María de las Fiebres, en el Vaticano.

Actualmente reposa junto con su sobrino el Papa Alejandro VI en la iglesia Española de santa María de Monserrat. El sarcófago vacío donde reposaba se conserva a la salida de las Grutas Vaticanas.

El Papa Calixto III fue un buen Papa. Su figura se ve exenta de las crueles críticas que desde hace 500 años son objeto la familia Borja en Italia. No es justo.

Casi todos sus contemporáneos alabaron la rectitud de sus costumbres y el sencillo estilo de vida que llevaba siempre, alejado del lujo. Su educación rígidamente legalista le llevó a aplicar siempre el Derecho canónico en todo su rigor. Fue un Papa religioso, devotísimo de la Virgen María, como ya hemos descrito anteriormente.

Nunca se le achacó ningún escándalo ni se le acusó de llevar una vida licenciosa.

Cuando se inventan la llamada “leyenda negra”, de la que hablaremos en otra ocasión, incluyen también al Papa Calixto dentro de ella como miembro de la familia Borja. Y repito, es injusto e inmoral.

Calixto III no olvidó nunca su valencianismo.

Era valenciano y lo mostraba continuamente, para él era un orgullo. Se decía que en el Vaticano se hablaba más en valenciano que en italiano.

El Papa utilizaba la lengua valenciana en su entorno más íntimo. Existen documentos en el Archivo Vaticano de la época del Papa Calixto en donde se pueden leer líneas intercaladas en valenciano entre el texto latino, hechas por el mismo Papa.

Hizo innumerables regalos a la Catedral de Valencia y a la Iglesia Colegial de Xàtiva, lugar de su bautismo, algunos de esos regalos todavía se conservan.

Quiero homenajear también al Papa Borja por su interés en estudiar a fondo el proceso de canonización de san Vicente Ferrer, quien profetizó que el niño Alfonso de Borja sería Papa y que le canonizaría.

El mismo Papa recordaba esa profecía y la repetía muchas veces durante su pontificado. Varios autores hacen mención de esos hechos.


Sepulcro en Roma. Iglesia Española de Monserrat.


¿Quién era san Vicente Ferrer? Resumamos brevemente su biografía.

San Vicente Ferrer nace en Valencia el 23 de enero de 1350. Fueron sus padres Guillermo Ferrer, notario público, y Constancia Miguel, personas virtuosas y distinguidas. Tuvieron tres hijas y tres hijos.

En 1370, a sus veinte años, Vicente se incorpora a la Orden de Santo Domingo en Valencia.

Es un joven de inteligencia prodigiosa, viva imaginación e ingenio penetrante.

A los veintiocho años recibe, con calificación “Summa cum Laude”, el doctorado en Teología y se dedica a la enseñanza de la ciencia sagrada durante ocho años en las universidades de Valencia, Barcelona y Lérida. Le inquieta la situación de su cultura, bloqueada por tendencias irreconciliables.

Medita el Evangelio de Jesucristo. Y así como se esforzaron por vivirlo santo Domingo de Guzmán y san Francisco de Asís, él se siente llamado por Cristo a evangelizar Europa.

A los 47 años de edad, abandona las cátedras de enseñanza y a partir de ese momento recorre comarcas de España, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia e Inglaterra, predicando en plazas, caminos y campos. Su tema es la conversión personal y colectiva; invita a salir de costumbres de muerte para lanzarse a los riesgos de una vida nueva; llama a reflexionar sobre el futuro, comenzando su construcción en el presente. La imagen más utilizada en su predicación es la del juicio final que anuncia inminente y del cual él se presenta como el ángel del Apocalipsis.

Respalda este anuncio con una vida austera y penitente, hace de la pobreza su actitud más característica. La participación en la Eucaristía y la búsqueda en la oración son el centro de su vida que armoniza con un carácter franco y jovial.

Confirma su predicación con una acción directa con los pobres y necesitados. Su palabra es fuego que conmueve el corazón de las multitudes, que, haciendo pública penitencia, abandonan sus situaciones de pecado. Además será árbitro de una Europa dividida política y religiosamente.

Vicente reconoce primero al Papa de Avignon, de quien es confesor y ante quien rechaza el nombramiento de obispo. Posteriormente, viendo el escaso interés de dicho Papa para solucionar el Cisma de Occidente, le abandona y recorre regiones aconsejando a príncipes y logrando retiren su obediencia a los Papas de Avignon, por el bien de la Iglesia. En este propósito coincide al final con Santa Catalina de Siena.

Entrega su espíritu a Jesucristo en la ciudad de Vannes (Francia) el 5 de abril de 1419 a la edad de 69 años.

Fue canonizado por Calixto III el 29 de Junio de 1455. Su cuerpo se conserva en Vannes.

La vida apostólica de san Vicente es fruto de su amor a Cristo y a la Iglesia.

Tiene conciencia de ser “legado de parte de Cristo”. Fue el más ejemplar y eficaz predicador de su tiempo. Firmaba su predicación con milagros, dejando en todas partes una profunda impresión, renovando espiritualmente regiones enteras y llevando por doquier la paz y la unidad.


San Vicente Ferrer

Descubren un documento de 1455 con la profecía de San Vicente Ferrer sobre el primer papa valenciano

El profesor Navarro halla la carta de un embajador
en el Archivo de Milán que corrobora la leyenda

ARTÍCULO PUBLICADO EN EL SEMANARIO «Paraula-Iglesia en Valencia» EL 23 DE ABRIL DE 2006

Miguel Navarro Sorní

Profesor de Historia de la Iglesia

Facultad de Teología ‘San Vicente Ferrer’ de Valencia

En medio del vacío de noticias que rodea los primeros años de Alfonso de Boja sorprende la pervivencia de una arraigada tradición popular, expresada en diversas narraciones, donde se refiere cómo durante la niñez o los años mozos del futuro Calixto III, éste tuvo un encuentro con el famoso predicador y taumaturgo valenciano San Vicente Ferrer, quien le predijo que alcanzaría el papado y, una vez instalado en el solio pontificio, le canonizaría. Es una anécdota que narran todos los biógrafos del santo y muchos de los del papa.


A primera vista la narración parece una leyenda hagiográfica, muy lejana de la verdad, pero, por extraño que parezca el acontecimiento, si lo analizamos con los métodos del saber histórico, constatamos que la noticia es contemporánea del mismo Calixto y que se basa en su propio testimonio, pues ya la refiere Eneas Silvio Piccolomini, que le sucedería en el pontificado como Pío II, quien, tras narrar en sus Commentarii la elección papal de Calixto, dice del primer papa Borja que «ya varios años antes, vacante entonces la sede apostólica, predijo a todos su asunción al pontificado y afirmo que él sería sin duda el futuro pontífice, aunque nadie le creyó y todos pensaban que deliraba a causa de su vejez. Pero su vaticinio fue verdadero, el cual decía que se lo había hecho san Vicente, un compatriota suyo ya difunto, al que canonizó».


La misma historia nos refiere el cronista dominico Pietro Ranzano -quien se encontraba en Roma cuando fue elegido papa Calixto III- en su opúsculo De vita et gestis Sancti Vincentii Ferrerii Confessoris, escrito antes de 1463, quien narra cómo una vez que predicaba el santo dominico en Valencia, estando presente entre la multitud el joven Alfonso de Borja, se dirigió a él y le dijo: «Te felicito, hijo, pues debes saber que serás máximo ornato de tu patria y de tu familia. Obtendrás la mayor dignidad entre los mortales, ya mí, una vez difunto, me colocarás en grandísima y altísima veneración. Mientras tanto, procura perseverar en tus estudios». Confiando en este vaticinio el anciano cardenal de Borja había revelado a sus íntimos que llegaría un día en que presidiría la Iglesia Romana, y lo mismo aseguraba a la muerte de cada papa, provocando la burla de quienes le oían, que tomaban sus palabras por ridículos delirios de senectud. Mas cuando el vaticinio se cumplió a la muerte de Nicolás V, le preguntaron inspirado por qué numen u oráculo había predicho esto desde tanto tiempo antes y con tanta constancia, a lo cual respondió el anciano pontífice narrando lo anterior y asegurando que guardó siempre en su memoria estas palabras, sin olvidarlas nunca. De modo que, una vez cumplido lo que le había predicho de él, sólo quedaba cumplir lo que quedaba de la profecía, canonizando al dominico.


La Cronaca di Anonimo Veronese, un texto contemporáneo de los hechos que narra, también refiere este asunto e insiste en que el mismo Calixto lo expuso en el consistorio, ante los cardenales: «El papa Calixto III, nacido en Valencia, siendo de joven edad y estando en una predicación de Vicente, fraile de Santo Domingo, nacido también él en Valencia, hizo amistad con san Vicente, y, según refirió el mismo Calixto en el consistorio, dijo que el tal Vicente, ya de edad avanzada, conversando con [el futuro] Calixto III y con su madre, dijo estas palabras a Calixto: Muchacho, hazte hombre de bien y vive en temor de Dios, honestamente, que en tu vida serás exaltado por la unidad cristiana, y en ese tiempo harás que mi nombre sea reverenciado y exaltado por los cristianos. […]

Cardenal Afonso de Borja, futuro Calixto III.
Retablo de santa Ana o de Calixto III S.XV • Pere Reixach
Museo de la Colegiata de Xàtiva


Al fin creado papa dicho Calixto, acordándose de cuanto le había sido anunciado en su juventud por Vicente, lo canonizó el primer año de su pontificado, el día 29 de junio de 1455, el día de los santos Pedro y Pablo”.


Que Calixto narraba esto es innegable, pues son muchos quienes afirman haber escuchado esta profecía de labios del mismo papa, como San Juan de Capistrano, en la carta que dirigió a Calixto III cuando supo su elección papal, donde le recuerda que le reveló su convicición de que sería el próximo papa en Fabriano, el día de la vigilia de Todos los Santos; aunque el santo franciscano no dice nada de que esta seguridad se basara en el vaticinio de San Vicente Ferrer, pues se refiere al asunto con muchísima discreción. También Roberto Caraccioli de Licio, obispo de Aquino, se hace eco de este tema, pues, -como nos dice el P. Teixidor, que recoge la noticia-, lo predicó en su sermón de San Vicente Ferrer, comentando: «Quiso también Dios adornar a San Vicente con el espíritu profético, tal como afirmaba Calixto III, y como me contó su misma santidad, le predijo a su madre que su hijo llegaría a ser papa».


Citemos, finalmente, el testimonio algo más tardío del cronista Raffaelle Maffei, más conocido como el Volterrano, quien en sus ‘Commentariorum urbanorum’ afirma que Calixto III fue elegido papa «por un vaticinio de San Vincente […] cuya amistad había cultivado en Valencia mientras vivió».


Pues bien, estos datos de crónica se ven confirmados por un documento que encontré en una visita al Archivio di Stato de Milán, donde, entre la correspondencia diplomática del duque Francesco Sforza, . hay un despacho de sus embajadores en la corte del primer papa Borja Bartolomeo Visconti, obispo de Novara, y Nicodemo da Pontremoli, fechado el sábado 22 de mayo de 1455, en la postdata del cual le decían: «Avisamos a Vuestra Señoría de una noticia de última hora: mañana nuestro señor el papa procederá a la canonización del beato Vicente, en consistorio público y de modo solemne, como se requiere en semejantes actos. Y a esto se ha inclinado más Su Santidad que los predecesores suyos porque le avisó que sería promocionado al papado y que mediante su persona en esta sede él también sería honrado».
Texto original italiano:


«Per novella avisamo vostra signoria como domane se fará per il nostro signore el papa la canonizatione del beato Vicentio, in consistorio publico et solemnemente, como se rechede in simili acti. Et a questo se hè inclinato più soa sanctitate che I’altri soi predecessori perché da luy hebe aviso che’l sarebe promosso al papato et che mediante la persona soa in questa sede ello sarebe etiam honorato».


El despacho de los embajadores milaneses no deja lugar a dudas: Calixto III guardaba memoria de la profecía que le había dirigido el dominico valenciano cuando era Alfonso de Boja y difundía su contenido, para justificar con ello la canonización de su paisano. Por lo tanto, no tenemos motivo alguno para dudar de la realidad de este vaticinio. Según los testimonios más cercanos se trató de una profecía hecha a Alfonso de Borja o a su madre, en la niñez o adolescencia de Boja durante una predicación del santo dominico.


Posteriormente esta noticia, transmitida por los biógrafos de san Vicente, comenzó a deformarse con el paso del tiempo y sufrió diversas mutaciones, sobre todo en lo referente al lugar, tiempo y modo en que se realizó, incurriendo a menudo en notables anacronismos, aunque manteniendo siempre intacto lo esencial del contenido del suceso. Para unos, como fray Vicente Justiniano Antist, fue un vaticinio dirigido a un tío de Alfonso de Borja, en Valencia, cuando éste era niño y repetido más adelante en otra ocasión al joven Alfonso. Para otros, como Flaminio, se trata de un anuncio llevado a cabo por el santo directamente a Alfonso en Valencia. Incluso hay quien afirma, como Viciana, que es al padre de Alfonso, Domingo de Borja, a quien se dirige el vaticinio, en su huerta de la Torreta de Canals. Algunos, sin embargo, como Sorió, dicen, con poco fundamento, que la profecía tuvo lugar en Lérida, cuando San Vicente predicó allí y nuestro Alfonso era estudiante de derecho. La tradición popular habla más bien de una profecía realizada por el santo dominico a la madre de Alfonso, en la Torre o en Xàtiva o en Valencia.


No voy a entrar en el estudio de estas opiniones que no hacen sino iluminar con los vivos colores de la imaginación los escuetos datos ofrecidos por los autores más cercanos a los hechos. Baste saber que hubo una intervención de tipo profético por parte de San Vicente Ferrer en la niñez o juventud de Alfonso de Boja, anunciándole su elevación a la sede de Pedro, pues el mismo papa guardaba memoria de ello y algunos afirman haberlo oído de sus mismos labios.

El documento del Archivio di Stato de Milán que publicamos confirma la veracidad sustancial de estas afirmaciones:
Calixto, como atestiguan los embajadores milaneses, declaraba en público que el dominico valenciano le hizo tal profecía y difundía su contenido, justificando con ello la canonización de su ilustre paisano. Cumplida la primera parte del vaticinio, es decir, su asunción al pontificado, no quedaba sino canonizar al dominico, para honrarlo y enaltecerlo, tal como había predicho. Y podemos decir que se sentía obligado a ello, pues determinó hacerlo apenas un mes y medio después de haber sido elegido papa, lo cual indica que tomó la determinación nada más acceder al solio pontificio, dejando el tiempo mínimo indispensable para los preparativos de la canonización.


Ahora bien, como es sabido, Calixto III no pudo llevar a cabo en el día previsto la canonización de su ilustre paisano, a causa de la amplitud del proceso, que hizo imposible la lectura completa de la relación del mismo. De ello informaban también los oradores milaneses ya mencionados en un despacho del lunes siguiente, 24 de mayo de 1455: «La declaración, que escribimos debía hacerse ayer de la canonización de san Vicente, no se ha hecho por haber sido demasiado larga la relación de su proceso; pero se concluirá dicha relación la semana próxima, en el primer consistorio, y se determinará el día en el que se hará dicha canonización».
Finalmente la canonización se pronunció el día 29 de junio de 1455, si bien el papa Borja no llegó a emitir la bula correspondiente, y lo haría su sucesor, el papa Pío II.

Especial Calixto III

Con motivo del 550 aniversario de la proclamación de Alfonso de Borja como Papa con el nombre de Calixto III.
Dentro del programa propuesto de dar a conocer la figura del Papa, ofrecemos este “Especial Calixto III”. En él damos a conocer un documento para muchos inédito, sacado del Archivo Colegial. Se trata del discurso pronunciado con motivo de la bendición e inauguración de la estatua del Papa Calixto III en la plaza que lleva su nombre en el año 1896. En su lectura debemos tener en cuenta los géneros literarios de la época; pero resulta interesante, por eso lo ofrecemos.

Estatua de Calixto III. Siglo XIX.

DISCURSO
PRONUNCIADO POR EL
DOCTOR DON URBANO FERREIROA
DIGNIDAD DE CHANTRE DE LA SANTA BASÍLICA METROPOLITANA DE VALENCIA
EN EL ACTO DEL
DESCUBRIMIENTO DE LA ESTATUA
DE
CALIXTO III
EN LA CIUDAD DE JÁTIVA
EL DÍA 24 DE OCTUBRE DEL CORRIENTE AÑO
VALENCIA
IMPRENTA DE FEDERICO DOMÉNECH, MAR, 65
1896
Emmo. y Rvdmo. Sr.
Muy Iltre. Sr.
Setabenses

Mucho se ha abusado en estos últimos tiempos del acto de levantar estatuas; y en España y fuera de ella las tienen hombres de los cuales quizás lo mejor que pueda decirse es: nom ragioniam di lor… Y sólo quiero recordar aquí la estatua de Jordán Bruno.
Ciertamente la estatuomanía es muy ridícula; pues no por tener estatua vale más un hombre, ni se levanta el que es moralmente pigmeo.
Pero así como es ridículo que se levanten estatuas á los que no son dignos de ellas, merece aprobación y aun encomio que se dispense tan señalada honra á los santos que han llegado á la cumbre de las virtudes, á los genios que han iluminado el mundo con rayos de luz y de gloria, á los hombres eminentes que han prestado á sus conciudadanos servicios insignes.
Por eso ha sido obra meritoria elevar esta estatua á Calixto III, honra de Játiva, de Valencia y de España entera, gran Papa, ilustre jurisconsulto, expertísimo diplomático, varón integérrimo. 1
Nos recuerda su memoria tiempos prósperos de aquella coronilla de Aragón que ha llenado el mundo con su fama y con sus hechos; que en plena Edad Media surcaba con naves propias todos los mares conocidos; que eclipsó muchas veces el comercio y la marina de las repúblicas más florecientes de Italia; que conquistó las Baleares, Córcega, Cerdeña, Sicilia, é hizo resonar el terrible desperta ferro de los Almogávares en las lejanas costas de Oriente, en aquella famosa expedición que parece un canto del gran poema del Tasso, en la cual, valencianos, catalanes y aragoneses emularon las glorias fabulosas de los argonautas, y renovaron en la homérica Grecia las hazañas de Maratón, las Termópilas y Salamina.
Ningún dolor más grande que recordar las dichas pasadas en los momentos de desventura, dice el poeta; mas esto no rige para las naciones que conviene recuerden los hechos gloriosos de su historia, los que demuestran su virilidad y su pujanza, los que las encumbran y enaltecen, para que sirvan de ejemplo y de acicate á las presentes generaciones, y no les hagan olvidar que deben mostrarse dignas de las que las precedieron. Nuestras glorias de ayer son también de hoy: constituyen la sagrada herencia que debemos transmitir incólume á nuestros sucesores, y no podemos desdeñar ni desechar sin hacer traición á la madre patria, que no consiste sólo en la tierra en que nacemos y en el cielo bajo que vivimos, sino también en nuestras afecciones más santas, en nuestros recuerdos, en nuestras glorias, en nuestras tradiciones, en el sentimiento religioso heredado de nuestros mayores, en todo lo que constituye el conjunto y la trama de nuestra historia.
¿Qué español no se siente más grande al recordar la guerra épica de la reconquista, el descubrimiento de un Nuevo Mundo, las victorias de nuestros tercios, ni pronuncia sin entusiasmo los nombres de Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Fr. Luis de León y tantos otros gloriosos? ¿Ni qué valenciano deja de sentir respeto y veneración por los santos nacidos en esta bendita tierra, como San Pedro Pascual, San Vicente Ferrer y San Luis Bertrán, ni deja de amar y celebrar á sus poetas, como Ausias March y Gil Polo; á sus pintores, como Juan de Juanes y Ribera, hijo de Játiva; á sus historiadores, como Beuter y Escolano?
Entre tan preclaros nombres debe ocupar lugar eminente Calixto III, que nació en las cercanías de esta ciudad y recibió el agua regeneradora del bautismo en esa iglesia colegial de Santa María, como él mismo se complació en recordar al dirigirse al Cabildo de Játiva cuando ocupaba la silla de San Pedro. 2
No he de referiros aquí minuciosamente la vida de este grande hombre; mas es justo mencionar que prestó incalculables servicios á la Iglesia y á la patria; fué de intachables costumbres en un siglo corrompido; sobresalió por su piedad, por su rectitud y por su ciencia, y en el breve período de su pontificado dió gallardas muestras de eximio gobernante.
Muy joven todavía nuestro Papa, que entonces se llamaba Alfonso de Borja, fué profesor de la Universidad de Lérida, en la que había estudiado, y canónigo de aquella ciudad, ofreciendo ya en sus juveniles años esa precoz madurez, patrimonio de las almas privilegiadas. Luego vemos resplandecer su nombre como estrella de paz en aquel malhadado cisma de Occidente, que hubiera despedazado para siempre las entrañas de la Iglesia si ésta no fuera inmortal; pues al morir en el islote de Peñíscola el obstinado Benedicto XIII, dos humildes familiares suyos, que se creían Cardenales, eligieron Papa á D. Gil Sánchez Muñoz, canónigo de Valencia, que tomó el nombre de Clemente VIII, y D. Alfonso de Borja fué quien principalmente con sus consejos, advertencias y exhortaciones movió á renunciar el título de Papa al mal aconsejado canónigo.
En Agosto de 1429, vemos ya á nuestro Papa Obispo de Valencia, y allí celebró un Sínodo notable, en que mandó cantar los sábados en las iglesias los Gaudes á la Virgen, que aun se conservan. 3 También fué rector de San Nicolás de Valencia, siendo de notar su modestia y rectitud en tiempos en que existía el abuso de tener muchos beneficios en encomienda, pues no quiso aceptar ninguno de éstos; decía que le bastaba con una sola iglesia, y ésta virgen.
El sabio Eneas Silvio, más tarde Papa con el nombre de Pío II, le llama eminentísimo en Derecho 4 , y era, en efecto, considerado como el primer jurisconsulto de su tiempo; y por eso el rey de Aragón y de las Dos Sicilias, Alfonso V, le llamó á Nápoles para que le aconsejase y esclareciese. Y estando en Nápoles quiso enviarle el rey al conciliábulo de Basilea; mas no lo consiguió, y en cambio nuestro Papa logró que hiciesen las paces el rey y el Pontífice Eugenio, como antes las había negociado felizmente entre el rey de Aragón y el de Castilla. Por cierto que Eugenio quería hacerle entonces Cardenal; pero Calixto se negó, diciendo que le estaría mal recibir mercedes de una de las dos partes antes de ser concluído el negocio que trataba.


Al fin, el Papa Eugenio le elevó al cardenalato y le dió el título de los Santos Cuatro Coronados; y en 8 de Abril de I455, á la muerte de Nicolás V, sin que nadie lo esperase más que el mismo elegido, ascendió D. Alfonso de Borja á la altísima dignidad pontificia.
Hecho extraordinario éste. Ningún Cardenal había pensado en la elección de Alfonso de Borja; la mayoría siempre se mostró inclinada hacia otros; por un momento pareció segura la elección del insigne Cardenal Besarión; y no obstante, el elegido fué nuestro Papa; lo cual nos mueve á recordar la profecía de San Vicente Ferrer, según la que Alfonso de Borja sería Papa y se llamaría Calixto.
Es lo cierto que éste creía en la predicción, y muchos años antes de ser Papa escribió en un libro suyo estas palabras: « Yo, Calixto, Papa, prometo á Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, á su Madre siempre Virgen y á toda la Corte celestial que hasta la efusión de mi sangre trabajaré por recuperar á Constantinopla. ¡Y que se seque mi mano derecha si te olvido, oh Jerusalén!»
No debe, pues, maravillarnos que el hecho culminante del pontificado de Calixto sea la guerra contra el Turco, que llevó á cabo con férrea tenacidad, con constancia portentosa, con inflexible tesón. 5
Leed en el alemán Pastor, uno de los más modernos historiadores de Calixto, todo lo que éste hizo, todo lo que luchó, todo lo que trabajó en este sentido, y fuerza será que admiréis su grandeza de alma.
Envió predicadores á todas las partes importantes de la cristiandad, para que con el soplo de la palabra encendiesen la guerra; no se olvidó de expedir legados á reyes y príncipes cristianos; él mismo hizo construir en un arsenal de Ripa grande, en el Tíber, una flota considerable; cosa inaudita, dice Eneas Silvio.
Por desdicha, el siglo XIV no era el siglo XVII, y Calixto halló mucho frío glacial aun en los que más debieran proteger la empresa, como por ejemplo el emperador Federico III de Alemania, que á cada paso se veía amenazado por los turcos. «Mucha es la mies; pocos los trabajadores», decía Calixto; el cual no desmayó ni vaciló un momento en su proyecto, á pesar de todos los obstáculos y dificultades, y ya en Junio de 1456 logró que zarpase del Tíber, á las órdenes del Cardenal Scarampo, una flota compuesta de veinticinco galeras, y en la cual iban mil marineros, cinco mil soldados y trescientos cañones. Lo que esto costaba á Calixto puede calcularse recordando que se vió obligado á reducir á dinero las joyas y objetos preciosos dejados por su antecesor, y que hasta se privó de su servicio de mesa.
Cuentan que un día, poniéndose á comer y viendo un salero dorado y otros objetos de valor, exclamó: «Esto para la guerra contra los turcos; á mí me basta vagilla de barro». Y en un Breve declara Calixto que no le importa quedarse sólo con una mitra de lino tratándose de la defensa de la Iglesia y de la fe ortodoxa. 6 Á esta sencillez unía un valor admirable. «Sólo los bellacos, acostumbraba decir, temen el peligro: en el campo de batalla crece la palma de la gloria».
Á no dudarlo, el temple de alma de este gran Papa era netamente español, como recuerdan con oportunidad muchos historiadores al narrar el brío con que luchó contra los turcos.
En efecto, poseía Calixto el odio á los fanáticos sectarios de Mahoma, que se había infiltrado en nuestra sangre y constituía entonces uno de los caracteres de nuestra raza. No en vano lucharon nuestros padres un siglo y otro siglo contra los moros, sin que nada pudiera quebrantar su entereza, pues no nacía su heroísmo de humanas pasiones, de suyo tornadizas y veleidosas, sino de más altas causas, de más profundas raíces, del sentimiento cristiano, engendrador de las verdaderas grandezas. Pero, señores, con esta guerra al mahometismo hemos prestado los españoles servicios grandísimos al catolicismo, á Europa y á la civilización verdadera.
Sin la epopeya de la Reconquista, la epopeya más grandiosa de que puede gloriarse pueblo alguno de la tierra: sin Papas como Calixto III, que tan á raya tuvo el poder de los turcos; sin la batalla de Lepanto y sin las guerras de Orán, quizás hoy Europa sería tributaria de la Media Luna, y donde se levantan las ciudades más ricas del mundo, surgirían sólo míseros aduares árabes. Historiadores mendaces y enemigos de nuestra religión y nuestra raza, han elevado hasta las nubes la cultura arábigo-española, y en cambio á los españoles nos han deprimido y rebajado deplorablemente. Errores son estos que conviene destruir. Si los moros han hecho algo bueno en España, es debido al influjo español; y ni aun las acequias con que regais vuestra feraz huerta son obra suya, á pesar de la opinión arraigada en contrario. 7
Los que combaten á España debieran reconocer que ésta, al desangrarse combatiendo á los árabes, ha sido el gran antemural de la barbarie mahometana, así como descubriendo y civilizando un nuevo mundo, á costa de su despoblación, ha sido la verdadera madre de las naciones americanas, de las que ha recibido negras ingratitudes.
¡Y hay quien nos ha llamado no hace mucho raza inferior! Porque no somos raza de mercaderes; porque no hemos sido nunca explotadores; porque no hemos escatimado jamás nuestros tesoros ni nuestra sangre en defensa de las más nobles causas; porque donde quiera que ha ondeado el pabellón español, han quedado huellas de nuestra hidalguía y nuestra generosidad.
No, no es raza inferior la de guerreros como Gonzalo de Córdoba, Hernán Cortés y el duque de Alba; la del príncipe de todos los novelistas del mundo; la de los poetas dramáticos más geniales de Europa; la de los grandes teólogos y los grandes místicos; la de pintores como Velázquez y Murillo, cuyos nombres bastan; la de tantos insignes jurisconsultos, humanistas y filósofos; la raza potente que ha paseado por toda la tierra, iluminado por el sol de las victorias, el escudo del león de Castilla y de las barras de Aragón.


…Ahora y siempre el argonante fiero
Que del mar arrostrare los furores,
Al echar el áncora pesada
En las playas antípodas distantes,
Verá la cruz del Gólgota plantada
Y escuchará la lengua de Cervantes. 8

Plaza de la Seu.


Con generosidad verdaderamente española continuó Calixto en todo el tiempo de su pontificado la guerra contra el turco. Á él se debía la batalla eternamente memorable de Belgrado, que cerró las puertas de Europa al sultán Mahomet é inmortalizó los nombres del valeroso capitán Huniades, del Cardenal español Carvajal, Legado del Papa, y de Juan Capistrano, que tanta parte tomaron en aquel hecho gloriosísimo. El Papa ayudó también á Skanderbeg, caudillo de los Albaneses, y no fue extraño á la victoria que éste obtuvo sobre los turcos en 1457; el mismo año tuvo la dicha Calixto de que su flota derrotase á la turca cerca de Metelino y la tomase veinticinco galeras. Oraciones que debían recitar en la misa los sacerdotes; Padre-nuestros y Ave-Marías que debían rezar los fieles al sonar la campana de medio día; indulgencias, predicaciones, exhortaciones, nuevas fiestas como la de la Transfiguración, todo lo empleó nuestro Papa contra los turcos.
Mas no por eso descuidó otros asuntos importantes de la Iglesia, de cuya independencia se mostró celosísimo. Gloria suya es haber canonizado á San Vicente Ferrer, anulado el injusto proceso de Juana de Arco, combatido enérgicamente las herejías. Se le ha acusado de ingrato con Alfonso V. No ha hecho Calixto en realidad otra cosa que defender los derechos de la Iglesia contra su príncipe, que vendía los obispados, aplicaba el dinero recogido para la Cruzada á la guerra contra los genoveses, pretendía para su hijo ilegítimo la investidura del reino de Nápoles y para sí el Vicariato de la Marca de Ancona y otras posesiones. Ciertamente nuestro Papa resistió á las injustas pretensiones de Alfonso, con lo que demostró una vez más su energía y su firmeza; pero con esto no cometió ningún delito.
Creía el rey que su antiguo secretario había de plegarse á todos sus caprichos, como si Dios no fuese antes que los hombres. Mal conocía á Calixto, para el que no existían respetos humanos, atento sólo á la defensa de la Iglesia y dispuesto á morir por ésta si fuese necesario.
Estúdiese cuanto se quiera la vida de este gran Papa: siempre resaltarán en ella su singular modestia, su odio al lujo y al fausto, su austeridad de costumbres, su espíritu cristiano, su acendrado amor á la justicia.
No fué un humanista, sino un jurisconsulto en tiempos en que ya habían comenzado los albores del Renacimiento, y por esto le trataron mal los humanistas; mas para mantener el orden social y para la buena gobernación de los pueblos, el culto del derecho está por encima del de las letras humanas.
Setabenses: en este ilustre compatriota tenéis un ejemplo que imitar: ascendió por sus virtudes y sus merecimientos á los más elevados puestos, y mostró al ocupados que era digno de ellos.
Bien haya el ilustre patricio á cuya costa ha sido levantada esta estatua: por lo menos comprendió que no hay recompensa, por subida que sea, que no merezca la virtud.
Y vos, Emmo. Sr., que presidís este acto demostrando amor á Játiva y á sus glorias más puras, permitid que en nombre del pueblo aquí reunido os dé gracias por vuestra asistencia. Un prelado que sabe asociarse á los dolores y á las dichas de su grey, con razón es amado y venerado como vos lo sois. Por lo demás, ¿qué no se merece la única ciudad de España que en breve espacio de tiempo dió dos Papas á la Iglesia?
Y antes de terminar, no olvido, señores, que esta ceremonia no se verifica con mayor solemnidad á causa de las inmensas desdichas que afligen á nuestra amada patria, convertida hoy en la Niobe de las naciones.
Así, no nos despidamos sin pedir á Dios que proteja á sus defensores allá en el remoto Oriente y bajo el sol abrasador de los trópicos.
¡Que la corona de la victoria ciña pronto las sienes de nuestros soldados!

¡Que éstos puedan regresar en breve á los hogares, donde reinan hoy horrible ansiedad y dolorosa incertidumbre!

HE DICHO


NOTAS
1 El Emmo. y Rvmo. Sr. Cardenal Sancha, Arzobispo de Valencia.
2 El Ayuntamiento de Játiva.

1 El alemán Gregorovius, protestante y racionalista, dice de nuestro Papa en su Historia de la Ciudad de Roma (tomo VII, ed, de Venecia de 1875): «Su carácter digno y moderado, su erudición vastísima, su habilidad en tratar los asuntos, la amistad que le unía con el rey Alfonso, todo esto le había dado buen nombre en la Curia», San Antonino de Florencia dice que Calixto era grave, enemigo del fausto, gran jurista y de buena fama. (Véanse las Lettere di San Antonino). El procurador del Orden Teutónico y el sienés Bartolome Miquel, que se hallaban en Roma cuando fué elegido Calixto, hacen del nuevo Papa estupendos elogios.
Tenía el nuevo Pontífice 77 años, pues había nacido el último día del año en que estalló el gran cisma de Occidente (1378).
Entre los escritores españoles que han tratado de nuestro Papa, pueden verse Chacón, Vitae et gesta Summorum Pontificum, Romae, 1601; Zurita, Anales, Libro XVI; Illescas, Historia Pontifical, t. II, Madrid, 1652; Nicolás Antonio, Bibliotheca vetus, t. II, Madrid, 1778; Villanueva, Viaje, t. IV, Madrid, 1806. En el mismo tomo del Viaje literario pueden verse algunos documentos relativos á Calixto, y dos opúsculos de Pedro Ransano, en que. se habla también de Calixto. Los italianos Platina, Sandini, Sangallo y otros elogian á Calixto. También le elogia el portugués Novaes, y entre los modernos, Audisio, Rhorbacher, el con. tinuador de Darras, y sobre todo Pastor, en su obra monumental Historia de los Papas desde fines de la Edad Media. (Véase el volumen 1, traducción italiana, Trento, 1890).

2 Calixto llama á la iglesia Colegial de Játiva insignis admodum, y dice que en ella renació sacro baptismatis lavacro.».

3 Villanueva publica estos Gaudes en su Viaje, t. IV, págs. 113 y 114.

4 Y el Obispo Pedro Ransano, célebre teólogo, de la Orden de Santo Domingo, decía de Calixto: Vir erat magno ingenio jurisque pontificii scientia praestantissmus.

5 El calificativo de «viejo de gran corazón» que le había dado Palmieri por su estusiasmo bélico, dice Pastor, es ciertamente justificado, así como lo está lo que á las potencias europeas desde tiempo de Urbano V les decía Petrarca:

Ite superbi, o miseri cristiani
Consumando l’ un l’ altro, e non yi caglia
Che ‘l sepolcro di Cristo é in man di cani.

6 Sola mitra linea remancat nobis, decía Calixto.

7 En primer lugar, los nombres de las acequias son en gran parte de origen latino; además, la legislación gótica las supone ya existentes; y también merece notarse que todas las colonias romanas de esta región hayan estado establecidas donde hay mayor número de acequias.

8 Oda á las artes liberales por el duque de Frías.

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