Me alegra mucho que me cuenten ejemplos y anécdotas que me ayuden a conocer mejor a este matrimonio y poder escribir esta biografía lo más real posible con la intención de hacer un gran bien a los lectores.

El Siervo de Dios Manuel Casesnoves ayudaba a muchas instituciones de caridad, siempre decía que él estaba en deuda con la Divina Providencia, pues, el Señor le daba más de lo que él aportaba para hacer el bien. La caridad del Siervo de Dios, lo digo siempre, era como afirma la Escritura: silenciosa, eficaz, generosa y constante.

Una persona que le conoció y, naturalmente ahora es muy mayor, me dice: “Don Manuel era una persona extraordinaria, fuera de lo común. En Xàtiva no existía nadie como él: por mucho que usted le alabe, se quedará corto. Don Manuel era un genio de Dios y un regalo para este pueblo, antes tenía usted que haber iniciado este Proceso para hacerle santo a él y a doña Adela, que era otro regalo de Dios para Xàtiva. Yo lloro cuando pienso en ellos y en el bien que yo y mi familia recibimos de ellos. Ahora tengo una buena ocasión para decirlo sin tapujos: les quiero mucho y les rezo más todavía. Yo no veré el final de esta historia, pero me alegra mucho que vaya adelante este Proceso de canonización”.

También de la Sierva de Dios Adela, que muchos han conocido, pues murió hace veintiun años, me han dicho estos días: “Doña Adela era un mujer muy religiosa; tenía su forma de ser y su genio, como todos lo tenemos, pero era muy buena y nos daba a todos ejemplo de humildad, sencillez, amor a Dios y amor a los demás. Ella también tenía la caridad como norma a seguir. Ese matrimonio fue un ejemplo para todos, yo lo considero como un regalo de Dios. Ya les rezo, desde hace años, pero ahora desde que comenzó el Proceso de canonización, más”.

Cada día son más las personas que me entregan testimonios preciosos de los Siervos de Dios Manuel y Adela. Al que me refiero me lo cuenta una persona mayor que presenció el hecho. Como todos sabemos el “Día de la banderita”, muchos voluntarios salían a postular para recaudar fondos para la Cruz Roja. Alguien entró en la farmacia de don Manuel para recoger la voluntad. Cuenta esa persona que el Siervo de Dios cogió la hucha, la abrió y colocó en su interior todas las facturas que tenía de medicinas que la Cruz Roja le debía en la farmacia. Con lo cual saldaba toda aquella cuantiosa deuda. Y me dice todo convencido y satisfecho: “Así era don Manuel, ¿qué le parece, era o no santo ya en vida?”.

Pero es que hace unos días, por la calle, una señora muy mayor me paró y me dijo: “No sabe lo agradecida que estoy a don Manuel Casesnoves. Mi
madre no podía pagar las medicinas y le pidió a don Manuel plazos para pagar poco a poco. Don Manuel cogió las medicinas que mi madre necesitaba y le dijo: Reza un Ave María por mi y ya está todo pagado. Eso no nunca lo he olvidado. Fue un detalle muy grande que guardo como oro en paño. Aquel hombre era un auténtico santo”.          

Tal y como voy conociendo a este matrimonio ejemplar de Xàtiva, veo con claridad que el plato fuerte de esta familia fue la caridad y sabemos que la caridad es el mandamiento grande y nuevo que Jesús dejó a sus Apóstoles y a la Iglesia. Todos los santos lo vivieron a pleno pulmón. San Pablo en su Carta a los Corintios al hablar de la caridad compone un bellísimo canto al amor que siempre que lo leemos en la celebración de la santa Misa, en bodas o a nivel particular emociona: el amor es servicial, no tiene envidia, no es mal educado, ni egoísta. Perdona sin límites, ama sin límites, cree sin límites. El amor
no pasa nunca. Así veo yo que lo vivían los Siervos de Dios Manuel y Adela. Al pie de la letra. Sin tapujos, sin reparos, sin miramientos, con entrega generosa, con elegancia, sin tener en cuenta lo dado. De verdad que cuando lo pienso y lo palpo por medio de los testimonios que me entregan, no puedo dudar de la grandeza del corazón de este matrimonio cristiano. Esa actuación continua la vivían porque estaban llenos de Jesucristo. Sin Cristo ese ritmo caritativo no se puede llevar. Ellos estaban llenos del amor de Dios y sin lugar a duda lo compartían administrando la caridad con los más necesitados: aquello es una santidad efectiva y hacendosa.

Todos los testimonios que me llegan apuntan a este aspecto importante de la vida cristiana. Nunca se negó a prestar dinero sin cobrar ningún tipo
de intereses a nadie: “Ya me lo devolverás cuando puedas” era la respuesta de don Manuel, ni siquiera se firmaba un papel. Tenían muy claro lo que era
amar al prójimo y lo llevaron hasta consecuencias muy altas. Dios se valió de Manuel y de Adela para hacerse presente entre las gentes de Xàtiva en
aquellos años de tanta necesidad. Y estoy convencido de que ambos fueron instrumentos de la Divina Providencia.

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