Después de ofrecerles el testimonio de la hija Lola, hoy les relato brevemente el testimonio de Carmen Casesnoves, la otra hija del matrimonio Manuel y Adela, que es religiosa salesiana.

Carmen Casesnoves es religiosa Hija de María Auxiliadora y trabaja como misionera en Venezuela desde hace muchos años y allí quiere terminar su vida.

¿Quiénes son la Hijas de María Auxiliadora?

Instituto Hijas de María Auxiliadora, FMA o Salesianas es un Instituto de religiosas dedicadas a la educación de muchachas en desventaja económica y
social o de familias obreras. El Instituto fue fundado el 5 de agosto de 1872 por Don Bosco y Madre Mazzarello en respuesta a las necesidades que las mucha-
chas obreras y de origen campesino vivían en medio de la revolución industrial en el Piamonte. Bien pronto fue acogido por jóvenes del pueblo que, como Madre Mazzarello, se reunían para crear actividades y sacar a las muchachas de los ambientes que constituían riesgos para la dignidad de la mujer. Posteriormente se sintieron identificadas con el Sistema Preventivo Salesiano en clave feménina y que partieron con los primeros grupos misioneros salesianos primero a Francia y después a Uruguay para estar presente en la actualidad en los cinco continentes  omo una de las comunidades religiosas femeninas y educativas más numerosas de la Iglesia Católica. La participación de las salesianas en numerosas organizaciones educativas, su rol activo en movimientos juveniles parroquiales y su preocupación y estudio de las realidades sociales, económicas y culturales que afectan la situación de la mujer en el mundo, son sus principales características.

Las Hijas de María Auxiliadora trazan sus inicios en la vida de María Dominga Mazzarello y en su encuentro con Don Bosco, el santo educador de Turín.
María Dominga, una joven campesina de Mornés en el Piamonte italiano, vivió su propio apostolado interesándose por la situación de las niñas y jóvenes más necesitadas de su región. Desde la sencillez de lo que sabía hacer y con un carácter firme y decidido, María Dominga y su amiga Petronila abren un taller de costura para muchachas y crean un improvisado orfanato para niñas. Era el tiempo en que la educación de las muchachas era abiertamente descuidado y si los hijos debían estudiar, éstos eran los muchachos, razón por la cual María Dominga no pudo asistir a una escuela y su centro de formación llegaría a ser la misma parroquia. El padre Pestarino, el párroco, fue sensible a la realidad de las muchachas y apoyó la experiencia de María Dominga y sus compañeras. En tanto, Don Bosco había desarrollado su apostolado entre los muchachos obreros de Turín, pero no había pensando en dedicarse a la difícil realidad de las muchachas obreras y campesinas hasta que notables personajes le hacen sentir que era su deber ofrecer su Sistema Preventivo para el cuidado de las niñas, así como era con los muchachos. Dentro de su espiritualidad Don Bosco ve además la causa como un deseo de María Auxiliadora y busca entonces el momento oportuno para dar forma al proyecto. Éste llegaría cuando encuentra al padre Pestarino de Mornés y quien sería el punto de encuentro entre los dos santos. Es con María Dominga y sus compañeras que Don Bosco da forma a la versión femenina del Sistema Preventivo y funda el Instituto de Hijas de María Auxiliadora cuando éstas se trasladan al colegio, de Borgo Alto recién terminado.

Este es el relato de la Hermana Carmen Casesnoves: “Empiezo dando gracias a Dios por el «Don», el regalo de mi vocación religiosa y misionera. En sí
toda mi vida debería ser un gracias empezando por los padres que el Señor me dio. Imposible expresarlo en unas líneas. El gozo y la inquietud que yo sentía, era feliz en casa, en el Colegio, en la Acción Católica. ¡Cuántos bellos recuerdos!

Recuerdo aquel día en el que amaneciendo, mi padre llamaba para ir a Misa, nos despertaba con la oración del Angelus y después los dos arrodillados
en primera fila para participar en la Eucaristía. Esto creo que fue un estímulo, una llamada, un gran deseo de ser toda del Señor.

La vocación se fue fraguando en la oración, en casa, en el colegio, las buenas compañeras, el apostolado, en la Acción Católica, todo me ayudó a madurar en mi propia vocación, en la que quería consagrar toda mi vida al Señor Jesús. El papel del Sr. Abad don Juan Vayá fue fundamental, su dirección espiritual, sus consejos, su palabra.

Y llegó el momento en el cual Dios se valió de la mediación del Arzobispo de Valencia don Marcelino Olaechea, salesiano, que en uno de sus muchos
viajes a Xàtiva, justamente en la iglesia de sant Francesc, le dijo a mi padre que me llevara al Colegio de las Salesianas, a Valencia. (Yo tenía 12 años). Al principio me costó mucho dejar la casa y adaptarme al internado, ya que quería mucho a las Hermanas Dominicas.

El Señor tenía sus caminos para mí, me cautivó el espíritu salesiano, con la alegría, el espíritu de familia y decidí, sin dudas, ser Hija de María Auxiliadora. Tenía 17 años. Mi formación fue en Horta y en Barcelona, en donde después trabajé como educadora en diversos ámbitos. Sintiendo el deseo de mayor entrega y desprendimiento de vivir con los más pobres, hice mi petición misionera y fue escuchada y aceptada y me enviaron a Venezuela, donde trabajo en obras de tipo social y entre los indígenas de Amazonas.

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