Todos los testimonios que me llegan están relacionados con la virtud de la caridad, está claro que el amor es el mandamiento principal de la Ley de Dios y el mismo Jesús lo consideró como Mandamiento nuevo. San Pablo elogia el amor que el elemento más grande que puede ejercer el ser humano y el que nunca pasará, la fe desaparecerá, la esperanza culminará, el amor no pasará nunca. Por eso cuando me hablan de la caridad que ejercía este matrimonio, considero que están viviendo el Evangelio al pie de la letra. Cada gesto, cada acción, incluso cada palabra de los Siervos de Dios Manuel y Adela, son y constituyen un derroche de amor hacia los demás, de manera especial hacia los más necesitados.
Así lo expresa un testigo: “Doña Adela era excelente en la práctica de la caridad, muchas noches, salía yo con ella a llevar comida a personas de Xàtiva necesitadas, una cesta llena que la misma doña Adela preparaba y me decía, “tú, mut”. Y así, en secreto, iba repartiendo la caridad entre la gente. Ella cumplía lo que Jesús decía en el Evangelio: lo que hace tu mano dere- cha, que no lo sepa tu izquierda. Eso lo ejercía la Sierva de Dios”.
A la vez don Manuel, como Presidente de la Acción Católica de hombres en Xàtiva, visitaba enfermos y sabía ser generoso con todos. Ya he dicho anteriormente cómo pensaba el Siervo de Dios, al entregar su donativo o ayudar desde la farmacia a los que iban a comprar medicinas, o simplemente daba una limosna, decía: “A mí ya me pagan con creces, más de lo que yo doy, me dan”. ¿Quién le dada a don Manuel? La Providencia divina. Y es verdad, la Providencia divina dio a don Manuel y a su mujer un corazón grande, generoso, humilde, sencillo, Dios colmó de felicidad a toda la familia y aún en medio de
problemas y dificultades, por encima de todo siempre estaba Dios Nuestro Señor, que bendecía cada acto que se realizaba en su familia, en su casa, en su trabajo. La Providencia divina daba su paga y bien que lo sabía el Siervo de Dios.
Mientras voy escribiendo esta biografía según me cuenta el pueblo que conoció a los Siervos de Dios, no dudo ni un instante, como ya he apuntado líneas más arriba que la caridad era una de las grandes virtudes que, de manera heroica, vivía este matrimonio. Todos los testimonios que me llegan apuntan a este aspecto importante de la vida cristiana. Este matrimonio en los años de la posguerra, donde había tanta necesidad en Xàtiva, nunca se negó a prestar dinero sin cobrar ningún tipo de intereses a nadie. Su caridad fue constante: “Ya me lo devolverás cuando puedas” era la respuesta de don Manuel. Ni siquiera se firmaba un papel. Tenían muy claro lo que era amar al prójimo y lo llevaron hasta consecuencias muy altas, por eso la gente les recuerda. Dios se valió de Manuel y de Adela para hacerse presente entre las gentes de Xàtiva en aquellos años de tanta necesidad. Ambos fueron instrumentos de la Divina Providencia.