La Sierva de Dios supo muy bien llevar su amor a Dios al testimoniocristiano manifestado en su amor al prójimo. Ya en vida de su marido, amboslo practicaban diariamente, ahora ella sigue la línea iniciada junto al Siervode Dios Manuel y es que cuando un cristiano llega a vivir con esa intensidadcomo vivía Adela su fe, el amor de Dios no puede quedarse replegado sobre sí mismo, ha de volcarse sobre los demás y de manera especial sobre los más necesitados, ahí radica la caridad perfecta de la que nos habla Jesús y luego san Pablo en su Carta a los Corintios.
Adela fue un verdadero testimonio de cuanto creía en su alma y vivía en su corazón. Y algo que me sorprende, le salía con toda naturalidad, sin esfuerzo; era tal el grado en que lo sentía en su interior, que afloraba con naturalidad y por lo tanto con sencillez y frescura. Lo expresa también con estos hermosos versos:
Amar Señor de tal manera
que mi vida, en servicio convirtiera,
pues, locura sería
desconocer tu carne redimida
presentarme ante Ti
con las manos vacías.
La Sierva de Dios Adela, según cuentan muchos testigos que la conocían y veían como vivía, se desvelaba por los problemas de las personas, nada ajeno le era indiferente; cuando alguien sufría, ella sufría por remediar ese sufrimiento y aligerar la carga. Sufría, como afirma el Padre Esparza, con el dolor del prójimo. Por eso cuando escribe estos versos, lo hace desde la experiencia humana y religiosa de la preocupación por los demás, inseparable del amor a Cristo Eucaristía.
Hacer desierto en mi vida sentir tus pasos cercanos y descubrir tu presencia en el rostro del hermano.
Que este pobre corazón
acoja a nuestros hermanos
y de un modo especial
a los más necesitados.