La vida de oración es fundamental, hasta tal punto que sin la oración es imposible llevar una vida cristiana, el corazón se vacía totalmente y las ganas de apostolado desaparecen. La oración es el agua que riega la fe, lo predico muchas veces porque estoy convencido y lo experimento en mi vida como sacerdote. No podemos vivir sin el contacto íntimo con el Señor.
El matrimonio Casesnoves Soldevila rezaba. Lo hemos visto, lo hemos contemplado. Pero ahora Adela está sola, el trabajo se le ha echado enci-
ma, problemas, decisiones que tomar, cuentas que hacer, los hijos, la farmacia y una lista tremenda de ocupaciones.
¿Tiene tiempo para rezar? Sin lugar a dudas. La Sierva de Dios fue un alma orante. Sacaba tiempo de donde fuera, de donde estaba. Nunca dejó sus oraciones. Nunca dejó de dedicar un buen rato a la meditación ante el Señor en el Sagrario de la capilla de la Colegiata de Xàtiva ante la mirada del Santísimo Cristo del Carmen.
Adela contaba con Cristo. Le presentaba sus planes, hablaba con Él, le contaba sus cosas, vivía en unión con Él. De lo contrario hubiera sido impo-
sible llevar la vida que llevaba. Para ser fuerte hay que rezar.
Ella decía: «Llenarme de Dios en la oración me obliga a evangelizar». Rezaba las oraciones de la mañana. Asistía a la Misa diaria. La acción de gracias después de la celebración era larga y sosegada. Rezaba el Ángelus todos los días. No faltaba nunca el Rosario y la adoración eucarística. Y fi nalmente las oraciones de la noche con el examen. Un día lleno de la presencia que Aquel que lo invade todo, lo penetra todo, lo conoce todo. Adela era un alma de oración que vivía la presencia de lo divino en cada palabra, en cada acto, en cada proyecto. ¡Y así le fue! Jesucristo estaba presente en todo momento.
La oración cala en la vida, le da solidez, calidad, ternura, fuerza. Y la vida espiritual descubre la valía de la persona cuando te encuentras con ella.
No se puede ocultar, se ve a simple vista, se adivina, se palpa. Por eso la Sierva de Dios escribía:
Mi vida es oración
y de tal manera entregada
que todo lo tengo en nada
sin nutrirme de oración.
Quien poco ora,
poco ama.
Sólo os pido oración,
lo único que perdura
y no se borra jamás.
En cada momento quiere identificarse con Cristo, vivir con Él, estar con Él siempre. Sólo Él tiene palabras de vida eterna. Sólo junto a Él su vida
encuentra paz, sosiego, amor, gracia. Ella siente fuego en su interior. Los ratos de intimidad con el Señor son para ella manantiales de ternura que a raudales inundan su alma y la empujan a amar más y más a Cristo, a entregarse a él en la caridad, en el amor al prójimo más necesitado, a trabajar por la Iglesia y el reino de Dios. Es la fuerza de la oración, es la hoguera de la plegaria en los corazones nobles y grandes como el de Adela Soldevila.
Además, solía hacer Ejercicios espirituales todos los años en régimen de internado y como entonces no se hacían para matrimonios, tenían que hacerlos en fechas distintas ella y su marido. Su hija Adela dice que hubiera preferido que los hicieran juntos, ya que cuando volvían estaban tan entusiasmados que, entre otras cosas, nos alegraba a todos.
Con respecto a la vida espiritual de la Sierva de Dios quiero resaltar algo importante que me cuenta su hija Lola: «Nuestra madre, cuando Pilar tenía
vacaciones y coincidía con las fechas en que ellas hacían los Ejercicios, ellas llamaban Jornadas de Vida Cristiana; todas sus compañeras estaban contentas con mi madre; ella participaba en lo que le correspondía y sobre todo aleccionaba, sin ella quererlo, cuando rezaba en la capilla».
Con Pilar rezaba muchas veces y siempre su oración era ofrecida por los vivos y por los difuntos.
He vuelto a preguntar a su hija Adela Casesnoves cómo experimentaba ella la vida interior de su madre la Sierva de Dios y me dice: «Su vida interior,
sus experiencias religiosas las dejó bien patentes en los versos que escribió, que aunque algunos métricamente no sean muy buenos, todos reflejan cómo y con qué fuerza vivió con Dios y para Dios:
Quiero abrasarme con tu amor
y mi vida sea ejemplo
en el gozo y el dolor.