El escritor e historiador que bucea por el interior de las personas e intenta penetrar en lo más profundo de su alma puede llegar a vislumbrar algo de la belleza que anida en su corazón y en el momento en que quiere darlo a conocer se encuentra en mil difi cultades.

Así me ocurre a mí al estudiar a los Siervos de Dios Manuel y Adela. He intentado recorrer sus vidas, me he acercado a sus personas y he contemplado el espectáculo maravilloso que ofrecen sus corazones tan llenos de todo lo bueno, digno de que Dios se vuelva a contemplarles con atención. Y todo esto quiero darlo a conocer mediante estas páginas escritas con respeto, con veneración, con gratitud.

Si hubiera sido yo el Abad de Xàtiva en el entierro de doña Adela, ¿qué hubiera dicho en la homilía? ¿Cómo hubiera resumido su vida, esa vida tan  llena, tan profunda, tan espiritual y entregada a la causa del bien en la Iglesia y en la sociedad setabense?

Permítanme que me coloque en ese día y en la Colegiata. Ante los restos de nuestra hermana Adela quiero leer una hermosa página del Libro sagrado de los Proverbios 31, 10-31, que dice así:

Una mujer de valía, ¿quién la encontrará? Es más preciosa que las perlas. Su marido confía en ella y no le faltarán ganancias. Le trae beneficio y no perjuicio todos los días de su vida. Busca lana y lino, y trabaja con mano solícita. Es como el navío de mercader que de lejos trae sus víveres. Se levanta cuando aún es de noche, distribuye la comida a sus criados y las tareas a sus criadas. Examina el campo, y lo compra; con lo que gana planta una viña. Se ciñe la cintura con vigor y despliega la fuerza de sus brazos. Comprueba si sus tareas marchan bien y de noche no se apaga su lámpara. Aplica sus manos a la rueca y sus dedos sostienen el huso.Tiende su brazo al desvalido, alarga sus manos al indigente.No teme que la nieve dañe a sus criados, porque todos van bien abrigados. Se confecciona mantas, y sus vestidos son de púrpura y lino. Su marido es estimado en la ciudad, cuando se sienta con los ancianos del lugar. Muchas mujeres demostraron su valía, pero tú las superas a todas. Engañosa es la gracia, vana la hermosura; la mujer que teme al Señor merece alabanza. Ensalzadla por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

Estas palabras de los Proverbios muy bien se pueden aplicar a la figura,  a la misión y a la vida de Adela Soldevila. ¡Qué bien lo vivió!

Primero con su marido supo encauzarle en la vida espiritual y ayudarle a ser santo; fiel a la voluntad de Dios, abierta a las sorpresas divinas y luego ya de viuda, supo perfectamente asumir el dolor de la pérdida de su marido, de quien estaba plenamente enamorada, para desarrollar otro tipo de misión como madre y viuda.

Su confianza en el Señor le llevó a ser fiel discípula del Divino Redentor, en casa desarrollando todas las cosas, inquietudes, quehaceres iniciados por su esposo; ahora ella debía seguir con toda la carga y ¡bien lo supo hacer!

Treinta años de viudedad entregados a Dios mediante el compromiso cristiano en la farmacia, en la casa familiar, en la Colegiata. Ése fue su campo
de acción. Tres sectores muy importantes para la Sierva de Dios que colmaron su vida, la llenaron de sentido y la hicieron muy feliz hasta la muerte.
Mucho debemos aprender de la vida de esta mujer llena de Cristo.

Su bondad, su dulzura, su caridad cristiana, su entrega, su intensa vida de oración, su participación en la Eucaristía diaria y con todo esto su influencia
en la sociedad. Ella fue en medio del mundo sal y luz como nos pide Jesucristo en el Evangelio. Sus obras iluminaban como el sol en medio del mundo; sus obras y sus palabras acercaban a las personas al Altar del Señor. No escatimó nada para Dios, todo le parecía poco. Agradó a Dios y agradó a las gentes que veían en ella a una mujer excepcional, un alma llena de sabiduría divina, un corazón amasado con las virtudes cristianas.

Las obras de Adela le acompañarán siempre. Su memoria perdurará eternamente y el pueblo alabará su vida.Xàtiva había disfrutado de la presencia del matrimonio Manuel y Adela.

Ahora se ha ido Adela, treinta años después de la partida de Manuel. Ahora ya viven juntos de nuevo con Dios, intercediendo por todos nosotros. Ahora
ya viven con Dios y sólo para Dios. Ésta hubiera sido mi homilía en el entierro de Adela.

Manuel Casesnoves y Adela Soldevila. Parroquia de Santa María de Xàtiva

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *