Poesías de la sierva de Dios Adela Soldevila

15. Intimidad con el Señor

Un nuevo día Señor
y ya subida en tu barca
dispuesta estoy a seguiros
¿a dónde me llevarás?
No te importe, ven conmigo
entonces descubrirás
una nueva creación
la plenitud del amor
que he puesto en tu corazón.

Te prometo mi amor (Señor)
que será calor de amigo
en mi pobre corazón.

Si un rayito de tu luz me iluminara
segura estoy, jamás te abandonara.
Si una chispa de tu amor en
mí prendiera
fuego devorador me convirtiera.
Sin luz, sin fuego
cómo puede vivir mi pobre alma.

Me ha dado cita el amor (Señor)
y corro con tal viveza
que es capaz de aniquilar
mi inconstancia y mi pereza,
y si no pongo reparo
a mi corto entender
llegaré a comprender
que todo ser es mi amado.

La Sierva de Dios expresa en estos versos la relación íntima que tiene con el Señor Jesús por medio de la oración. Para ella estar con Dios es la gran delicia que colma su vida y de donde saca fuerza para afrontar los problemas y quehaceres cotidianos.

¡Qué lección tan hermosa para todos nosotros! La oración proporciona vida, ilusión, encanto, gracia, unión con Jesucristo. Y eso es la mayor delicia para el
creyente.

Adela sabe que cada día trae los problemas pero ella al ofrecer las obras de buena mañana ya se sube a la barca y quiere seguir a Jesús, como los Apóstoles. “¿A dónde me llevarás?” Dice. Ella sabe que Jesús siempre le llevará por el sendero justo, hacia verdes praderas, hacia fuentes tranquilas y transparentes, pues, él es el Pastor que conduce, guía, alimenta y protege.

El corazón de Adela está lleno a rebosar de Jesús “con él a mi derecha no vacilaré” y experimenta la plenitud del amor. Ella sabe que con el Señor su vida estará siempre llena, será feliz y con sentido. “Te prometo mi amor, Señor, que será calor de amigo en mi pobre corazón”. Ésa es la consecuencia de la relación de Adela con Dios: entrega total a la voluntad divina y promesa de amor eterno.

La vida de Adela es un abandono completo en las manos de Dios, ella descansa en el corazón de Cristo “segura estoy, jamás te abandonaré”. Se trata de un amor eterno, siempre nuevo, siempre vivo, siempre puro: ahí está el reflejo de la vida de la Sierva de Dios. “Sin luz, sin fuego, cómo puede vivir mi pobre alma”. Cómo resuenan aquellas palabras de Jesús cuando dice a sus Apóstoles: Sin mí nada podéis hacer. La vida del cristiano si Dios no la llena no tiene sentido, está hueca y vacía. Y a la inversa, con Cristo en el vida, ésta alcanza lo mejor, la plena felicidad. Y Adela eso lo sabe, lo experimenta y lo expresa en sus poesías, que siempre son el reflejo de su propia vida cristiana, en donde Jesús es el invitado principal cada día.

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