Mariano González Baldoví

La montaña del Castillo de Xàtiva reúne unas condiciones orográficas especialmente favorables para asentar una fortaleza y una población, por lo que desde la antigüedad ha servido para tales cometidos. En su falda estuvo la ciudad romana, se erigió una catedral en época visigótica y, varios siglos después, un templo dedicado a San Félix de Girona.

De la sede episcopal visigoda nos han llegado citas documentales y del edificio testimonios arqueológicos, pero las noticias acerca de la suerte que corrió éste son escasas y difusas. Por ejemplo, ignoramos hasta cuándo permaneció abierto al culto después de la invasión islámica así como si con posterioridad a su clausura fue derribado o bien se reutilizó para otros menesteres, como solía ser habitual por una mera aplicación del principio de economía. Cuando a principios del siglo XX se excavó el subsuelo de San Félix, hallaron restos de una antigua construcción pero sus dimensiones eran tan reducidas que se nos antoja poco probable que perteneciera a la citada catedral.

Por ello, únicamente podemos aventurar conjeturas sobre si, al tomar Xàtiva Jaime l, la antigua catedral estaba en pie, qué quedaba de ella, y, si era así, qué uso tenía en el momento de la conquista. Damos por cierto que San Félix es de fundación real ya que es la única iglesia de nueva planta en Xàtiva que cita la Crónica de Jaime l, y una empresa de tal naturaleza, en época tan temprana, sólo cabe suponerla como consecuencia de una iniciativa y deseo del monarca. Nos preguntamos qué razones tendría para mandar construir, en ese lugar y no en otro, el templo que hoy conocemos así como por qué mandó erigirlo.

Xàtiva. Iglesia de San Félix

Con toda lógica, el hecho de que se dedicara a San Félix ha sido relacionado por diverso autores con el contingente de repobladores procedentes de Girona, ya que dicho santo gozaba y goza de devoción y culto en esa ciudad. Del mismo modo que la fundación de la parroquia de Santa Tecla de la ciudad tuvo, sin duda, relación con los repobladores de Tarragona, de donde es patrona.

Durante el siglo XIV, los muros del templo fueron ornamentados con escenas religiosas en estilo gótico lineal, de las que se han conservado las representaciones de San Nicolás de Bari y de otros obispos sin identificar, probablemente el mismo San Nicolás, así como un San Cristóbal, un Calvario y una Virgen entronizada, pero ninguna de la vida de San Félix, ignoramos si porque se ha perdido o porque no la hubo, lo cual sería sorprendente, puesto que desde su construcción en el siglo XIII se puso bajo la advocación del citado santo, por lo que cabría esperar alguna representación alusiva. El hecho de que las pinturas murales conservadas en el presbiterio estén en los paños del muro que deja libre el retablo actual y que en la zona que ahora oculta el retablo no se hayan encontrado restos de pinturas antiguas hacen sospechar que el centro del testero nunca fue pintado al fresco. Una cabecera, por otra parte, en la que el maestro de obras del templo situó una ventana de aspillera, centrada, y una puerta de modo tan aleatorio y aparentemente caprichoso que estos huecos impedían colocar delante ningún objeto de grandes dimensiones, a no ser que se prescindiera de usar la puerta y la ventana. Por ello, creemos que en un primer momento no sólo no se pintaron escenas en la parte central del muro del presbiterio sino que, probablemente, tampoco hubo un retablo. Tal vez se puso en esa zona un drap o bancal pintado, es decir, una tela sin bastidor, como el que existía en el monasterio de la Trinidad según conocemos por un inventario realizado en 7 de enero de 1376 por el prior, Francesc Adsuara, en el que se cita un «drap de la storia» de San Amador. (1)

El testimonio material más antiguo que conservamos de la dedicación del templo a San Félix de Girona es la imagen del santo diácono tallada en madera, cuyo estilo gótico arcaico indica una cronología entre finales del siglo XIV y principios del XV En esa misma época se estaba introduciendo la moda o costumbre de añadir a los retablos un guardapolvo que protegiera el neto, dando así origen a la tipología que se conoce como retablos de artesa o batea, pero no sabemos si hubo un retablo anterior al actual ni si la talla del santo titular formó parte de ese primitivo retablo.

Testero de la Iglesia de San Félix

LOS PINTORES

Al igual que en todo el territorio valenciano, entre finales del siglo XIV y mediados del XV la sociedad setabense gustaba de la pintura más a la moda, o lo que es lo mismo, había una sintonía entre las corrientes estéticas europeas, los pintores valencianos de este período y los comitentes: el clero diocesano y el regular, la nobleza, la burguesía, las cofradías y los gremios.

Nos han llegado noticias de unos cuantos encargos a pintores de Valencia, de Xàtiva, o de Barcelona residentes en aquella ciudad. Así, en 1382, Francesc Comes, que vivía en Xàtiva, pintó un retablo dedicado a San Fernando, mientras que en 1392 los dominicos encargaron un retablo a Francesc Serra II, de Barcelona, pero que residía en Valencia, y, de nuevo para el mismo convento de predicadores, sor Isabel Baçò, monja cisterciense del monasterio de Montsant de Xàtiva, encargó un retablo dedicado a Santo Tomás a Gonçal Peris, uno de los más refinados pintores del estilo gótico internacional. (2) Más tarde llegaron a Xàtiva obras de Dalmau y, a partir de la tercera década del XV, de Pere Joan Reixac, cuyo estilo hispanoflamenco arraigó tan vigorosamente en la sociedad valenciana, que los ecos de su pintura suntuosa y rica en oros y brocados, fundidos a través del Maestro de Perea con las corrientes italianizantes de Osona y San Leocadio, dieron lugar a un activo foco de pintores de Xàtiva que se debatió entre la tradición y la modernidad hasta su extinción a finales de la segunda década del siglo XVI.

Este foco estaba formado por los Maestros de Santa Ana, de Artés, de Xàtiva y de Borbotó, nombres con los que los historiadores identifican a otros tantos pintores desconocidos, de personalidades diferentes aunque estilos muy próximos, que pintaron para Valencia, Xàtiva, Montesa, Bocairent y Canals. Como es sabido, en la ejecución del retablo mayor de San Félix intervinieron al menos tres manos distintas: las del Maestro de Borbotó en el guardapolvo, tan similar en todo al guardapolvo del retablo de la Transfiguración del Museo de l’Almodí; las del Maestro de Xàtiva, en la predela; y las del Maestro de Artés en parte del neto, que no en todo, ya que, al menos, la tabla del Bautismo de Cristo fue pintada por un cuarto artista, como denotan el distinto canon de las figuras y la paleta cromática, tan diferente de la del resto del retablo que descompensa el conjunto.

En un trabajo anterior planteamos la hipótesis de que uno o varios de estos pintores pudieran relacionarse con los que en esos años vivían en Xàtiva: mestre Julia, mestre Vicent Bernat, Antoni Cabanes y mestre Joan Vendrell. (3) Y para ello nos basábamos no sólo en la probabilidad lógica de que pintores de Xàtiva pintaran para clientes de Xàtiva, sino también en el hecho de que en algunas tablas de los citados maestros anónimos aparecen representados el castillo y las murallas de Xàtiva, lo que indica proximidad geográfica y conocimiento del entorno. Especialmente sugestivo es el nombre de Antonio Cabanes, que encontramos en la documentación de Xàtiva en cuatro ocasiones: 1500, 1510, 1517 y 1523, (4) del cual no sabemos si está emparentado con Pere Cabanes, Martí Cabanes y Nicolau Falcó, cuyos nombres figuran en un contrato para pintar un retablo en Bocairent.

A pesar de que para entonces había transcurrido casi medio siglo desde la introducción del gusto por lo flamenco, los pintores de principios del Quinientos se mantuvieron fieles a la estética de brocados y vestiduras de profundos pliegues, compaginando fondos de oro con paisajes y arquitecturas, y tradiciones medievales con algunos conceptos y formas tomados del renacimiento italiano que ya se conocía en Valencia gracias a los pintores traídos por Rodrigo de Borja. Los artistas que pintaban en Valencia y Xàtiva a principios del siglo XVI tenían oficio y destreza técnica pero no dominaban la perspectiva, carecían de creatividad, anclados como estaban en unas fórmulas reiterativas.

Es en este contexto en el que se pintó el retablo mayor de la iglesia de San Félix, que, como otros templos y ermitas de Xàtiva, era de patronato municipal. (5)

Xàtiva. Hospital Municipal.
Clave con escena de la Anunciación

LA INTERVENCIÓN DE LOS OFICIOS Y GREMIOS

Lo primero que nos llama la atención son sus grandes dimensiones, que nos hablan de una empresa ambiciosa y cara, e, inmediatamente, su extraña iconografia tan inconexa que ni siquiera ha dado lugar a que el retablo tuviera un nombre propio. No se conoce como el «retablo de San Félix» entendido como «dedicado a», sino como el «retablo mayor de San Félix», es decir, el existente en el presbiterio del templo.

Si nos detenemos en el neto, que es la parte del retablo donde se representan los asuntos principales que suelen guardar relación y coherencia entre sí, vemos que las escenas tratan de: la Anunciación, la Adoración de los pastores, la Virgen con el Niño entronizada entre ángeles, el Bautismo de Cristo, un milagro de San Eloy, San Juan Bautista, y San Blas (o San Eloy). (6) En el centro, una doble hornacina acoge las imágenes de bulto de San Félix de Girona, diácono, y San Félix de Lyon, presbítero. La primera es la talla trecentista que citamos más arriba y la segunda la tallada a mediados del XVII.

Como vemos, ninguna escena dedicada a la vida y martirio del santo patrono de la ciudad, lo que, en nuestra opinión, indica a las claras que la corriente devocional hacia San Félix de Girona era, como lo fue en épocas posteriores hasta la actualidad, bastante débil, eclipsada por el culto a la Virgen, y que quienes encargaron el retablo no tenían el propósito de glorificar a San Félix en el templo a él consagrado, sino de erigir en lugar tan preeminente como el presbiterio un altar dedicado a otras advocaciones. Desconocemos si en el lugar ocupado por la doble hornacina hubo originalmente una tabla, ni, si la hubo, qué advocación tenía. No obstante, lo más probable es que, al pintar el retablo, incorporasen la talla de San Félix de Girona, cien años más antigua, como estaba en 1643 según cita un documento publicado por Villanueva en su Viaje literario a las iglesias de España. (7)

Como ya indicamos en Museos de Xàtiva, (8) una explicación a la presencia del Bautismo de Cristo y el milagro de San Eloy obispo, temas que no tienen que ver entre sí ni con San Félix ni tampoco con el resto de asuntos pintados, es que tuvieran alguna relación con los comitentes, esto es, con los que encargaron el retablo o lo costearon en todo o en parte, lo que no quiere decir que sea la única explicación posible.

San Félix de Girona, Diácono.
Tallada hacia 1400, y policromada y dorada de nuevo en 1735.

Es sabido que algunos oficios o gremios de Xàtiva fijaron la sede de su patrono, es decir, la capilla de enterramiento de los agremiados, en conventos, por ejemplo, el de zapateros en la iglesia de los dominicos, y otros en las ermitas y templos de la montaña: el de carpinteros y albañiles en la ermita de San José y Santa Bárbara en el XVI; el de sastres en la antigua ermita del Socorro o de la Transfiguración, después que abandonaran el templo los agustinos al trasladar su convento en 1617. Igualmente, que San Félix, situado entre una y otra ermita, fue elegido como sede de los gremios u oficios de herreros, cerrajeros y tejedores, de lo que tenemos información a partir del siglo XVII. En este sentido, la presencia de San Eloy y San Juan en el retablo mayor sería plausible si pudiéramos establecer un nexo con algún gremios u oficio, y hallar una razón que justificara la ejecución de esos temas en aquel momento y lugar.

San Eloy es el tradicional patrono del gremio de plateros, pero habrá que puntualizar que tal patronazgo no lo hemos podido documentar en Xàtiva, ya que no conocemos noticias de los siglos XVI y XVII relativas los patronos de gremios, y para cuando aparece dicha información, en el XVIII, el gremio de plateros se había transformado en colegio de arte mayor y no participaba con el resto de gremios en las procesiones, cuyas descripciones y crónicas son las que citan los patronos de cada uno. No obstante, la vinculación de los plateros con San Eloy es tan antigua y estuvo tan extendida que sería raro lo contrario. Por otra parte, este santo también era patrono de los herreros, de ahí que la iconografía lo represente indistintamente bien como obispo, bien en su taller de platero, bien como un herrero con delantal y gorro de cuero ante el yunque reparando la pata cortada de un caballo, según se narra en su vida, exactamente como lo vemos en el retablo de San Félix. Ello nos hace pensar en la posibilidad de que el gremio que pudo participar en el encargo del retablo fue el de herreros, o el de algún otro oficio relacionado, como el de cerrajeros, puñaleros, caldereros o latoneros. (9)

Por otra parte, sabemos que el oficio de sogueros de Xàtiva tenía como patrón a San Juan. Así aparece en 1788, año en que participó con otros gremios en los actos de la proclamación de Carlos IV. (10) Este patronato tendría un carácter más local que el de herreros o plateros, que era igual en todas partes, pues mientras en Xàtiva eligieron al Bautista, en Valencia los sogueros estaban bajo la protección de la Virgen de los Desamparados.

Pues bien, tanto los capítulos de los oficios de puñaleros y espaderos como los del oficio de sogueros de Xàtiva fueron redactados a finales de 1504 y, al menos estos últimos fueron aprobados por los jurados el año siguiente de 1505. Esta fecha, 1505, (11) constituiría el límite cronológico ante quem para la ejecución del retablo o al menos de las tablas relacionadas con gremios, pues parece razonable pensar que para aportar el dinero que correspondió pagar a los sogueros y a los herreros, o puñaleros y espaderos habrían de existir como colectivo.

En el censo de Xàtiva de 1510, conservado en el Archivo del Reino de Valencia, figuran como vecinos de la ciudad tres cerrajeros, tres espaderos, un puñalero, dos herreros, un cuchillero, y trece sogueros. No obstante, el número de maestros, oficiales y aprendices de cada oficio podría ser superior, puesto que el censo omite la profesión de muchos de los cabezas de familia.

A pesar de que no es posible generalizar, consideramos indicativo de las pautas de comportamiento de los colectivos gremiales el hecho de inmediatamente después de que Felipe V aprobara las nuevas ordenanzas del reconstituido gremio de tejedores de lino y cáñamo en 1735, (12) el clavario se apresurara a estofar de nuevo las imágenes de los dos San Félix, como figura en el letrero escrito en el libro que porta la imagen de San Félix de Lyon:

«En el año de 1735, siendo clavario de San Félix Thomás Suares, texedor, ce lucieron estos dos santos y así mesmo ce renovó el Stº Christo, y el docel se hizo nuevo y más del Stº Ecce Homo que está en el retablo mayor. Y así mesmo se renovaron tres retablos que son el de Santa Ana y de San Aloi y el de San Andrés, y pide por caridad le recen padre nuestro y ave Mª. «

Como vemos, una de las primeras cosas de las que se ocupó el gremio fue la de hermosear la imagen de su patrono, y similar desvelo creemos que podría haber guiado, a principios del XVI, la participación en la ejecución de un retablo en el que figurara su patrón, al poco tiempo de que los jurados aprobaran los estatutos de puñaleros y sogueros.

No obstante, queremos llamar la atención hacia algunos elementos arquitectónicos representados en la tabla del Milagro de San Eloy, que podrían indicar una ejecución un poco más tardía. Nos referimos al artificioso y gratuito artesonado que adorna el voladizo de la herrería del santo. Tanto los motivos ornamentales de la jácena perimetral como los de los casetones son renacentistas y nos remiten a repertorios que cabría relacionar con Yañez de la Almedina, es decir a partir de 1506 cuando fue contratado para pintar las puertas del altar mayor de la catedral de Valencia, y de 1510 para tallar la caja del órgano de la misma iglesia, trabajo en el que intervino el entallador de Xàtiva Lluís Munyós.

Bautismo de Cristo.
Tema que puede relacionarse con el patronato de San Juan sobre el oficio de sogueros de Xàtiva

LA INTERVENCIÓN DE LA CIUDAD

En el guardapolvo del retablo figuran dos escudos, el de Aragón y el de la ciudad, y puesto que su presencia no puede ser gratuita, como no lo es ningún escudo en un retablo, ha de ser consecuencia del papel que jugó el municipio en el encargo de la obra. Interpretamos la presencia del escudo de Aragón como un reconocimiento de que el templo era de fundación real, y la del escudo de Xàtiva, bien porque la ciudad era patrona de la iglesia de San Félix, bien porque los jurados participaron en el coste de ejecución del retablo. (13)

Milagro de San Eloy, por medio del cual repone la pata de un caballo.
Este tema iconográfico puede relacionarse con el patronato de San Eloy sobre los oficios de herrero, puñaleros, cerrajeros, etc.

Con todo ello, y en ausencia de un documento determinante, tendríamos una datación, 1505, con posterioridad a la cual se habría ejecutado el retablo o parte de él, y unos comitentes que explicarían el hecho de que aparezcan en el retablo San Juan Bautista, San Eloy y los escudos del reino y de la ciudad.

Escudo de Xàtiva y escudo real de Aragón

(1) Inventari del monestir i spital de la Trinitat de Xativa, realitzat per ausentar-se Francesc Adsuara, prior, a les parts de Catalunya». ARV. Protocolos, 2354. Guerau Vidal, notario.

(2) SANCHIS SIVERA,]osé. «Pintores medievales en Valencia», Archivo de Arte Valenciano. Valencia 1929. P 46

(3) Artistas y comitentes en la Xàtiva de los Borja». El hogar de los Borja. Catálogo de la exposición. Valencia, 2000. Pp 104 a 106.

(4) Aportamos un documento inédito en el que interviene Cabanes, cuya noticia debemos al profesor Vicem Pons Alos. El 11 de febrero de 1500, ]oan Salvaterra, sastre, y mestre Antoni Cabanes, pintor, vecino de Xàtiva, pagaron 31 sueldos y 6 dineros de pensión anual a favor de Bartomeu Casanova. Dicho censal fue cargado en 1480, y en origen no figura Cabanes, mientras que la parte correspondiente a Salvaterra fue vendida posteriormente a Margarita, «muller d’ Antoni Cabanes». Archivo Histórico de la Colegiata de Xàtiva. Caja de documentos medievales sin signatura.

Los otros tres documentos que citan a Antonio Cabanes son el censo de Xàtiva de 1510 del Archivo del Reino de Valencia; la Taula de Manuals de Consells de 1500 a 1549 del Archivo Municipal de Xàtiva, donde aparece entre los avecindados en 1517; y la relación de los represaliados después de las Germanías en 1523, publicada por García Cárcel en Las Germanías de Valencia. Valencia, 1975, p 248, según la cual, Antoni Cabanes huyó para evitar el castigo.

Tanto Miquel Falomir como yo mismo, confundimos a Martí Cabanes, matriculado en el gremio de pintores de Valencia en 1521, con el Antoni Cabanes fugitivo de las Gerrnanias. Falomir, M. La Pintura y los pintores en la Valencia del renacimiento. Valencia, 1994, p 30. González Baldovi, M. «Artistas y comitentes en la Xàtiva de los Borja». Catálogo de la exposición El hogar de los Borja. Valencia, 2000. p 105.

(5) Acerca del patronazgo de la ciudad sobre la iglesia de San Félix hay bastantes testimonios; citaremos dos. «El alférez mayor (……………… ) dice que su padre, el difunto canónigo de la Seo D.José Cebrián, poseyó un beneficio en la ermita de San Félix con derecho a un censo a cargo de su patrono el Ayuntamiento que lo presentó y reclama éste el pago de atrasos». Nota sacada del Libro de Determinaciones Capitulares de 1741, citada por Sarthou en Datos para la Historia de Játiva. Tomo 2. p 82. (José Cebrián, que había sido regidor noble, fue ordenado sacerdote después de enviudar).

El otro testimonio es del año 1771: «Otrosí dio cuenta que los protocolos de Menor (un notario), en que devía estar la escritura de Patronato de San Félix perecieron en la Guerra y no se hallan». Archivo Municipal de Xàtiva. Determinaciones Capitulares de 1771, 23 de agosto. Folio 83.

(6) Ciertamente es algo confusa la iconografía de esta tabla. Tormo, Las Tablas de las iglesias de Játiva. Madrid, 1912, no da por seguro que sea San Blas, aunque cita que los devotos así lo creían. Y Agustí Ventura, L’Església de Sant Feliu de Xàtiva. Xàtiva 1979, afirma que es San Blas. Nosotros en nuestro anterior trabajo Museos de Xàtiva, interpretamos que era San Eloy. Los únicos atributos vinculados a San Blas serían las palomas que picotean el pavimento, que podrían relacionarse con las aves que llevaban alimentos al santo mientras estuvo en una cueva, según la Leyenda Áurea, pero en otras tablas coetáneas hay representaciones de perdices, sin que tengan una relación con el asunto.

(7) Al tratar de la antigua catedral visigoda y del posterior templo construido poco después de la conquista, el autor se detiene en la advocación del santo titular, y comenta el hecho de que a instancias del Papa cada ciudad debía designar su patrón. Y, a pesar de que no hubiera duda de que era San Félix de Girona, para contentar a un sector de la población que pensaba que lo era San Félix de Lyon, «Nomenam en patró de la present ciutat al gloriós S. Feliu; i axí mateix que es fasa altre S. Feliu prevere, y que es pose al costat del altre que esta en lo altar major de la ermita de dit sant.» Villanueva, Joaquin. Viaje literario a las iglesias de España. Madrid, 1802. Volumen IV carta XXXII. P 102.

(9) Véase el Capítulo XXXVI de las Ordenanzas de la Ciudad de San Felipe que se ocupa de las providencias para los gremios y oficios. Ordenanzas para el gobierno político y económico de la Ciudad de San Phelipe. Valencia. 1750. p 210.

(10) En la crónica de los actos celebrados figura que «Los sogueros hicieron su carro triunfal nada inferior a los demás, con su bello pabellón, en el que iban dos muchachos representando a los Reyes, y varios maestros del oficio trabajando y echando al pueblo mazos de cáñamo (…) luego seguían todos los individuos del gremio con luces, acompañando el hermoso tabernáculo de San Juan Bautista, su patrono.» SARTHOU CARRERES, C. Datos para la historia de Játiva. Xàtiva, 1935. Tomo 11, p 303.

(11) En 1504, los jurados de Xàtiva acordaron «fer capítols als oficis de flaquers, punyalers, espasers y corders».Y fueron aprobados en 1505.Ver Taula de manuals de consells, de 1500 a 1549 Archivo Municipal de Xàtiva, Libro 4, folios 80 y 21, respectivamente.

(12) Ver Sarrhou, op. Cit. Tomo 2. p 57

(13) La Cruz del Camino de Valencia, conservada en el Museo de l’AImodí, tiene en la macolla el escudo real y el de la ciudad para destacar que la ciudad pertenece a la corona. Idéntico doblete heráldico hallamos en la techumbre de la parroquia de San Pedro, en la Fuente de la Trinidad, por ser una fuente construida por la ciudad, es decir, las que la documentación llama «Fuente Real», para distinguirlas de las «vecinales», sufragadas por el vecindario de determinada calle. Del mismo modo, la imagen de Santa Ana que estaba incorporada en el retablo de la ermita homónima, de patronato municipal, llevaba pintadas las armas de la ciudad en el «fermall» de la túnica.

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